Leo abrió los ojos y lo primero que vio fue un techo blanco que era totalmente desconocido. Un aroma desagradable se infiltró en su nariz y por ello supo que estaba en un hospital. Por eso, por el maldito suero y la insoportable máquina a la que estaba conectado. Le dolía cada parte de su cuerpo y notó que tenía vendando un costado de su abdomen. Uf, cómo odiaba los hospitales.
Parpadeó un poco para acostumbrarse a la intensa luz de la habitación y enseguida alguien se dio cuenta de que ya había despertado.
-¡Leo! ¡Estás bien!
-Hermano, nos tenías preocupados...
-¿Quieres explicarnos qué rayos pasó?
Las voces hablaban una sobre otra y al castaño le costó distinguir entre una y otra, pues aún se sentía algo atontado y sin contar el martilleo que sufría su cabeza. De pronto, las imágenes de la noche anterior lo asaltaron: Lauren borracha, el beso, el ataque, la apuñalada y Lauren... ¡Se la habían llevado! ¡Y el no pudo evitarlo! Diablos, ¿qué hacía en esa estúpida cama de hospital? ¡Tenía que ir a buscarla!
-Lauren... -intentó decir-. Tengo que ir a buscarla...
Sin embargo, en el segundo que intentó ponerse de pie una puntada en su lado derecho lo tumbó de nuevo en aquella cama de hospital.
-Oh, no, hermano, acaban de coserte la herida –lo retuvo al que reconoció como Mateo.
Leo finalmente observó a los presentes con atención: sus tres amigos de toda la vida estaban allí haciéndole compañía y se mostraban preocupados. Este dedujo que lo habrían encontrado fuera del boliche, desangrándose. Diablos.
-¿Qué sucedió con Lauren? En un momento la gente comenzó a salir, no entendíamos qué pasaba y cuando decidimos ver qué sucedía, salimos y había un grupo de gente alrededor tuyo, intentando auxiliarte, perdías mucha sangre y nosotros nos preocupamos mucho, no sabíamos qué diablos había pasado ni donde estaba Lauren –relató Dylan.
Leo suspiró y decidió relajarse. Era obvio que no saldría ya en busca de su mejor amiga, además de que sería mejor contar con ayuda para eso. Así que comenzó a relatar los sucesos que lo habían llevado a esa situación.
-Anoche Lauren tomó de más y decidí llevarla a tomar aire fresco, que se despejara, ya saben –sus amigos asintieron y el continuó-. Estuvimos bien hasta que dos encapuchados aparecieron de la nada –Dylan abrió los ojos mientras que los otros dos tan solo se miraron preocupados. Leo decidió obviar lo del beso por el momento-. Uno me inmovilizó a mí mientras el otro pretendía llevarse a Lauren y lo hubiese impedido pero llevaba una navaja, como ven –se señaló.
-Mierda... -Mateo se dirigió hacia uno de los asientos de la sala para desplomarse allí.
Leo levantó la vista y vio a cada uno de sus amigos perdidos en sus pensamientos. Los entendía completamente, él tampoco podía creer que algo así hubiera pasado y esperaba que ahora comprendieran por qué necesitaba salir con urgencia de aquel hospital.
-¿Lo saben las chicas? –inquirió Billy.
El castaño levantó los hombros en un gesto de incertidumbre-. Se tanto como tú, recuerda que he estado en el hospital.
-Tienes razón, lo siento.
-¡Pues hay que avisarles! ¡A ellas y a la policía! –exclamó Dylan.
-Es cierto, pero realmente necesito salir de aquí, ¿podrían llamar a la enfermera y preguntar cuándo me darán el alta?
No hizo falta que se lo dijeran dos veces, Mateo salió de inmediato en busca de ella y regresaron juntos a los minutos. Si bien la herida no había sido muy profunda, Leo sí perdió mucha sangre y debió quedarse unas horas más en aquel hospital, hasta que el médico pudo asegurarse de que la sutura estuviera bien cocida.
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Los amigos no mienten ©
Romance[GANADORA DE LOS WATTYS 2017 CATEGORÍA INNOVADORES] [GANADORA DEL PRIMER LUGAR DE LOS LOST WORDS AWARDS CATEGORÍA ROMANCE] De la amistad al amor, hay un solo paso. O al menos eso le pasó a Lauren Ross, una profesora sustituta de música que está perd...