20: Ruptura.

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 Lauren se giró para poder verse la espalda en el espejo y suspiró. El encaje combinaba a la perfección con su espalda y el blanco vestido se amoldaba a sus curvas como si estuviera hecho específicamente para ella.

—¡Ayyyyyyyyyyyyy, pero qué hermosa! –exclamó Tania mientras la observaba con una adoración infinita.

Lauren soltó una carcajada. Ella, Tania y Victoria estaban en JJ House, haciendo la prueba del vestido. Ashley se encontraba enferma y por eso no había podido acompañarlas pero se mantenía informada vía grupo de Whats App. Los preparativos estaban casi todo listo. Invitaciones, catering, el salón de la fiesta e incluso la Iglesia en donde se celebraría la unión. Lo único que hacía falta era que la modista ajustara los detalles finales al vestido y confirmar el horario.

El último mes de Lauren había sido una locura. Las peleas con Derek habían quedado en el olvido, ahora él estaba mucho más cariñoso, atento y considerado. Había vuelto el Derek que le pidió ser su pareja en un romántico picnic con el atardecer, el que le propuso matrimonio arriba de un yate a luz de la luna. También pasaba muchísimo tiempo con sus mejores amigas, sus damas de honor. No tenía idea de por qué y suponía que se debía a la boda, pero últimamente siempre estaban a la vuelta de la esquina, las veía todo el tiempo y habían sido de muchísima ayuda con todo el asunto de la boda, aunque se mostraran reacias a aceptar con totalidad a Derek. Lauren lamentaba eso profundamente pero aun así estaba feliz porque la apoyaban en sus decisiones.

Solamente existía una única cosa que realmente la deprimía en cuanto se acordaba. No había visto a Leo en todo un mes y no tenía idea de por qué. Lo llamaba y él no le contestaba, o le daba vagas excusas solamente para no verla. La evitaba. Si sus amigos se juntaban, Lauren notaba que Leo iba siempre y cuando ella no asistiera. Lo sabía, había hecho la prueba. No entendía, ¿qué había hecho mal? Sus amigos tampoco le contestaban con la verdad cuando ella preguntaba. No encontraba respuestas por ningún lado. Solo una certeza: Leo no quería verla. Leo se estaba alejando de ella. A veces repasaba por completo en su cabeza el último encuentro que habían tenido y nada. No encontraba una sola razón que pudiera haber provocado aquello. Sin embargo, ese día tenía un plan. Iría a su casa de sorpresa. Lo obligaría a que hablara con ella y le dijera de una maldita vez qué diablos le pasaba.

No obstante, Leo no era el único que había resuelto salir de su vida. Hace unas semanas atrás, recibió una carta de despedida y, a la vez, de declaración de amor del Príncipe Misterioso. En ella le decía que la dejaba ser feliz con Derek, que no la molestaría más pero también demostraba el inmenso amor que sentía por ella. Al parecer, él la conocía de antes y ahí se había enamorado de ella. Lauren, por otra parte, no podía recordar a nadie con sus características ni tampoco se le ocurría quién podía tener esos sentimientos por ella. Una vez más, la idea de Leo apareció en su mente, pues desapareció casi al mismo tiempo que el Príncipe pero... ¿sería? ¿O era sólo su inconsciente traicionándola con lo que ella deseaba que fuera? No supo cómo sentirse más que halagada y decidió que se ocuparía de eso más tarde.

Su mente regresó al momento en el que estaba y volvió a admirarse en el espejo. El vestido que habían elegido era un sueño: corsé corte corazón, con encaje en la espalda y unos simples bordados en la parte de adelante con canutillos blancos. La parte de la falda era inmensa, como ella siempre la había soñado, como una princesa de cuentos. Grande y brillante. Lauren soltó el aire: ¿realmente era esto lo que quería? , dijo su cabeza, pero no lo que deseas. Ella sacudió su cabeza y volteó su rostro hacía sus amigas que la miraban embobadas.

—¿Qué? –preguntó entre risas.

Victoria negó con su cabeza y, mirándola con una amplia sonrisa, abrazó a Tania y le dijo—: ¡Nuestra Lauren creció, Tan!

Los amigos no mienten ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora