9: Malas noticias.

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Lauren Ross podía apostar a que su amigo no se encontraba nada feliz de verla. Pero eso no podía ser cierto, ¿verdad? Era su amigo, ¡su mejor amigo! Bueno, quizá ella no cumpliera su rol de mejor amiga los últimos meses. Apenas si había tratado de hablar con él y cuando Leo intentaba contactarla por otras redes sociales, apenas si le contestaba.

Pero, en su defensa, ella podía decir que estaba ocupada, ¡y la señal! La señal no era muy buena ahí, además de las cientos de cosas que... No, deja de mentirte, conoces bien la razón por la que no te esforzaste en comunicarte con él, dijo aquella molesta voz desde el fondo de su cabeza. Mierda, ¿y si con eso la había jodido? ¿Y si Leo estaba tan enojado con ella que no quería volver a verla? ¿Y si...?

Al final, el correspondió su abrazo. Aunque aún lo sentía distante. Se separó de él justo cuando Derek llegaba a su lado y rodeaba su cintura con el brazo.

—Así que este es el famoso Leo Brewer, ¡he oído cientos de cosas de ti! —Derek esbozó una pequeña sonrisa y extendió su mano hacia él—. Derek McCallum, es un placer.

Leo deslizó su mirada desde Lauren a Derek y, posteriormente, hacía su mano. La chica contuvo la respiración, este momento la había torturado todo el viaje de regreso a casa. Para ella, era importante la reacción de su mejor amigo. Su aceptación, su apoyo y si era necesario, su perdón. Era todo lo que necesitaba.

Finalmente (Leo parecía realmente estar tomándose su tiempo para cada cosa), él le estrechó su mano.

—El placer es todo mío, Derek —La sonrisa tensa de Leo lo decía todo—. Bueno, y ustedes qué...

—Oh, no, te dejaré a ti esa tarea, cariño —El rubio soltó una pequeña carcajada antes de depositar un beso en la coronilla de Lauren—. Iré a un hotel por ahora, luego me cuentas cómo te fue -Le dedicó una última mirada a Leo antes de despedirse. Él ni se inmuto.

Lauren sintió que su rostro se teñía de rojo en ese mismo instante.

—Bueeeeeeeeeeeeno, sí, yo sé que debes estar algo molesto por no habernos comunicado más pero entiende, estaba muy ocupada, las obligaciones allá eran demasiadas y me iba demasiado bien como para... —Hablaba tan rápido que hasta se olvidó de respirar. Menos mal que Leo la interrumpió.

—Molesto apenas se acerca, Lauren —Dijo mientras pasaba por su lado en dirección a la salida del local.

—¡Leo, no! ¡Espera, no te vayas! —Mierda, está muy enojado, pensó ella mientras corría para alcanzarlo y posicionarse justo en la puerta—. No te irás hasta que hablemos, Leo. Lo digo en serio, no te dejaré. —Se cruzó de brazos y supo que en ese momento debía de tener la mirada más obstinada del mundo porque Leo, sin decir palabra, aceptó y fue a sentarse a una mesa cercana.

Aunque tomó aquello como una pequeña victoria, aún no era suficiente. Soltó el aire contenido y se dirigió hacía donde estaba él.

—Escucha, lo entiendo perfectamente, de veras que sí —Se acomodó en el lugar frente a él—. Pero entiéndeme también a mi. Tuve que rehacer mi vida en otro lugar, no fue un fin de semana en el que fui a vacacionar. Fui a trabajar, tuve que adaptarme completamente a Escocia, no podía seguir completamente pendiente de lo que sucedía aquí —Aunque todo eso fuera verdad, ella sabía que no era su verdad. Si hasta estaba tan nerviosa que no paraba de juguetear con sus manos y apenas miraba a Leo—. Trataba de hablar con ustedes lo más que podía.

—Eso está muy bien, Lauren. Y de verdad que todos aquí lo entendimos y nos pusimos contentos por esta oportunidad. Pero no digas que tratabas de hablar con nosotros porque sabes que no es así —Leo arrimó su rostro al de ella por encima de la mesa-. Al menos no conmigo. Por Dios, si hasta me enteré por Facebook, ¡por Facebook, maldita sea! —El puño de Leo sobre la mesa la sobresaltó—. Que te quedarías por cuatro meses más. ¡Y ahora vienes con este rubio que vete a saber tú de dónde lo sacaste y aquí no teníamos idea de que venías con alguien más!

Los amigos no mienten ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora