28: Coma profundo (SEGUNDA PARTE)

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—No puedes seguir durmiendo aquí, Leo.

La voz de Natalie sobresaltó al castaño que se había quedado dormido a un costado de la cama de Lauren. Hacía tres días que habían recibido la terrible noticia y desde ese momento, Leo no se había separado un solo instante de su amada. Los padres venían siempre que se les presentaba un tiempo libre y los chicos se turnaban para ir a visitarla, pero él no se movía de su lado ni tenía pensado hacerlo.

Tan solo el verla tan inmóvil, fría, entubada y con algunos cortes que aún no habían sanado, el corazón de Leo se estrujaba. Por las noches, se quedaba horas observándola y hablándole, con la esperanza de que ella abriera sus maravillosos ojos cafés y le respondiera. Extrañaba su sonrisa, con toda su alma, la extrañaba a ella y cada día que pasaba sin que diera respuestas era otro mal día para el castaño. Este se restregó los ojos dormidos y miró con mala cara a Natalie, quien acercaba una silla para sentarse junto a él.

—¿Qué hora es? –preguntó con la voz ronca.

—Las ocho en punto. Adivina qué –agregó Natalie con una sonrisa de lado. Leo enarcó sus cejas en señal de que continuara-. Quizá Derek vaya a juicio. Es obvio que atropelló a Lauren con una razón, varios testigos pudieron confirmar que fue a por ella. Así que comenzaron a investigar todo lo que les dije...

—Sin incluirte a ti, ¿no es cierto? –la interrumpió él.

Leo había llegado a un acuerdo con sus amigos de no involucrar a Natalie, aunque todos supieran que tenía la mitad de la culpa de algunas de las cosas que habían sucedido. Aunque en un principio se rehusaron, finalmente comprendieron que la castaña estaba realmente arrepentida y decidieron darle una oportunidad.

Natalie se mostró dudosa ante la respuesta.

—Eh, les dije que estaba constantemente amenazada –Natalie vio que Leo le iba a discutir pero lo frenó antes de tiempo—. ¡Así es más creíble! Él va a decir que tuve participación, así que...

—Entonces, ¿es oficial? ¿Despertó sin más? –preguntó Leo de mala forma. Natalie asintió mientras soltaba un suspiro.

—Sí, anoche. Hoy vendrá la policía a hablar con él y lo más probable es que vaya preso –contestó ella, colocando una mano en el hombro del chico para tratar de consolarlo.

—Gracias, nena, tú no te preocupes, que a ti no te pasará nada –le dijo él mientras la atraía hacia su pecho y la rodeaba con un brazo, donde ella descansó su cabeza.

—Y a ella tampoco, ya lo verás, estoy muy segura. Ella es más fuerte de lo que todos creemos.

Leo besó su coronilla y prefirió no contestar. Sabía que si lo hacía, terminaría con lágrimas en el rostro otra vez.

—¿Ya decidiste a donde irás a vivir? –preguntó él con una sonrisa divertida. La castaña le había dicho que iría a vivir a otro país y eso le parecía más que bien.

—De hecho, sí –Natalie se enderezó para poder verlo—. Iré a vivir a Argentina.

—¿Latinoamérica?

—¡Sí! Es un país fascinante, ya sabes. El de tango –y a continuación, hizo una especie de baile intentando imitar al tango.

Leo estalló en carcajadas.

—Pues suerte con el español, nena.

—¡Oye! –ella golpeó su hombro jugando—. No me tienes fe, pero vas a ver que podré solita. Solo nosotros dos –dijo al mismo tiempo que acariciaba su vientre.

Leo sonrió enternecido, tomó su mano y con la otra mano libre, enlazó sus dedos con los de Lauren.

—Iremos a visitarlos, te lo prometo.

Los amigos no mienten ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora