5: Gente nueva, vida nueva.

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Lauren Ross extrañaba a su mejor amigo como una idiota. Apenas si lo había visto hace dos horas y no podía dejar de pensar en él. Se odió por ser tan dependiente de alguien que quizá no la tenía tanto en cuenta, es decir, compañía femenina jamás le faltaba a su querido Leo y por mucho que él la quisiera seguramente ahora estaba en el Borderline con toda su pandilla de amigos, coqueteando con quién sabe quién y...

¡Basta! No pasaría otra hora entera imaginando qué estaría haciendo. Eso era masoquismo y debía terminar o si no se moriría, faltaban aún otras 8 horas de vuelo, necesitaba otra forma de pasar el tiempo. Y no, matarse pensado qué diablos había querido decirle Leo antes de que ella se fuera tampoco ayudaba.

Lauren resopló y sacó su versión de bolsillo de "Orgullo y prejuicio". ¡Cómo amaba los libros de época! Jane Austen era excelente, aunque quizá Mansfield Park la había aburrido un poco. Pero no había forma de aburrirse con el señor Darcy.

—Me pregunto que diría Austen si supiera que hoy en día, los hombres solteros con gran fortuna, buscan cualquier cosa menos una esposa. Y que ahora eso es una verdad mundialmente reconocida.

Lauren alzó la mirada en cuanto oyó hablar al guapo chico sentado en el asiento justo al lado de ella. Lo había notado en cuanto se subió al avión: mata de pelo color dorado, facciones suavizadas, rostro inocente con un toque de picardía y aquellos arrebatadores zafiros azules que hipnotizarían a cualquiera. Sip, bastante difícil de pasar por alto.

¡Y está hablando contigo, tonta! ¡Contesta!, le gritó una chillona voz del fondo de su cabeza.

—¡Oh, me hablas a mi! Esto... yo... —bajó la vista al libro antes de contestar. Había encontrado la distracción perfecta y la iba a aprovechar. Soltó una pequeña risa y lo miró—. Quizá lo tomaría con gracia y, en efecto, se alegraría de ello, o quizá sería un escándalo. No olvidemos su época...

Bonitos Ojos soltó una carcajada y extendió su mano hacia ella. Eso era muy buena señal.

—Derek McCallum, un placer, señorita...

—Ross, Lauren Ross. El placer es todo mío, señor McCallum. Siempre es bueno conocer a amantes de la lectura —Estrechó su mano. La notó suave... Demasiado, ¿y si era gay? Lauren disimuló aquellos miedos con una simple sonrisa.

—Derek estará bien, ¿puedo llamarte Lauren? Perfecto. Pues... —Él se echó hacia atrás en el asiento-. Antes solía leer más, pero el trabajo ocupa mucho de mi tiempo ahora. ¿Y tú? ¿Dispones de mucho tiempo libre?

-Dicho así, suena a que soy una vaga —Frunció el ceño pero luego ambos soltaron algunas risas—. Hace casi un año que me gradué del Colburn School, una escuela de música en Los Ángeles. He tenido propuestas pero nunca son fijas, siempre son temporales. Ahora mismo, de hecho, me dirijo hacia la Escuela de Música St Mary en Edimburgo. A juzgar por tu acento, diría que eres de ahí  —Añadió Lauren.

—No de Edmiburgo, nací en Glasgow pero sí, soy escocés y tú una muy linda americana —Derek la miró de tal forma que Lauren se ruborizó al instante—. ¡Eso es realmente fantástico! Debe ser un buen puesto si aceptaste aunque fuera temporal...

—¡Lo es! De hecho, hasta me pagarán la estadía en el Haymarket, que está bastante cerca de la escuela. ¿Y tù? ¿En qué trabajas?

—Soy gerente de una de las instituciones financieras más importantes del Reino Unido.

—¡Uau! ¿Qué? Eso es impresionante, ¿cuántos años tienes?

—27, ¿por qué? -contestó él, riendo.

—Nada, es solo que... Es impresionante, es todo.

Y así se pasaron las horas de viaje hasta que aterrizaron en Edimburgo. Hablando con Derek, Lauren descubrió que tenían más en común que solo el gusto por la lectura y sintió como si formaran una conexión. Un vínculo que no había formado jamás con nadie más que con... Sí, Leo. Él podría ser la respuesta a los problemas amorosos de Lauren, él la ayudaría a olvidarse de su problemático mejor amigo. Si bien es cierto que está mal "usar" a la gente para olvidarse de otras personas, sabía que lo terminaría amando. Era obvio, ¿no? Es decir, teniendo tanto en común, siendo Derek un chico tan bueno y amable, lindo, respetuoso... Era el hombre perfecto.

Los amigos no mienten ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora