CAPITULO 29

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Roberta se dejó caer al suelo.
...: ¡Shh!
Ella se animó a abrir los ojos. Se sorprendió al ver a Diego. Él se agachó a la medida de ella. 
Diego: Tranquila Roberta, soy yo... (Agarrándola de las manos)
Roberta se secó un par de lágrimas y el sudor frío que le había aparecido en el rostro
Roberta: No vuelvas a hacerme eso... (Mirándolo seria)
Diego: Lo siento... No quería asustarte...
Roberta: Ya (enfadada, se levantó poco a poco)
Diego: Dime, ¿Que mirabas?
Roberta: Nada (todavía un poco agitada)
Diego: No deberías estar por aquí sola..
Roberta: Pero, ¿que dices Diego? Estamos en un campamento de verano no en un callejón de "ciudad peligro" (riendo)
Diego: Si, eso pensé yo, por eso no me creía lo que te había sucedido
Roberta agachó su cabeza, su pelo lacio le ayudó a ocultar las lágrimas que empezaban a salir
Diego: ¿Por que nunca me hablas de ello?
Diego la miraba esperando alguna respuesta que no iba a llegar
Diego: (Acercándose) Roberta, nunca me contaste nada ¿como te sentiste? ¿porque viniste aquí? ¿Porque...
Roberta: ¡¡Cállate!! (Interrumpiéndoles, mientras lloraba y le miraba a los ojos)
Diego quedó parado
Roberta: ¡Eso es cosa mía! ¡No tengo que contar como me sentí! ¡Ni porque vine hasta aquí! ¡Dejame tranquila Diego! ¡Eres tu el que se siente incómodo conmigo!
Roberta no paraba de gritarle mientras lloraba. Normalmente la hubiera encajado entre sus brazos. Pero simplemente miraba sus ojos, como las lágrimas le caían, sus mejillas enrojecían y sus labios se tornaban húmedos. Un mal sentimiento le subía a la cabeza, era... ¿rabia? Quiso terminar con todo aaquello.
Diego: ¡¡Basta!! (Interrumpiendo a Roberta)
Roberta cortó sus gritos, se ofendió ¿porque le gritaba? Iba a empezar a alzar su voz de nuevo pero él no la dejó
Diego: ¡¿Porque me gritas?! (Muy enfadado) ¡Ya basta Roberta! ¿como puedes comportarte así después de todo lo que hice por ti? Cualquiera se hubiera rendido por el camino, te hubiera abandonado al ver que ni un "hola" le decías, yo... (Hizo una pausa) estuve ahí, te traía regalos, te ayudaba en lo que podía... Te regalé mi vida sin pensar en que tú me dieses la tuya... (Se frotó los ojos) Yo lo pasé mal también pero no lo sabes porque nunca me preguntaste. Lloré muchas veces recordando el momentoen el que te bañaba en la bañera... (Sus ojos se cristalizaron, sin soltar ninguna lágrima) tu cara, tu cuerpecito débil, la sangre... ¡Me desmayé por ti! Y... ¡Mi*erda Roberta! ¡Solo esperaba que me explicaras algo! ¡Lo que sea! ¡Lo merezco! Y eso nunca llega... (Triste, se sentó en la madera donde empezaba la caseta de las clases) 
Roberta había quedado en shock, sin expresión. ¡Había sido una egoísta! Se estaba comportando como una niña caprichosa. Se sentó al lado de él, muy cerca, sin mirarse
Roberta: M... Me dolió... Muchísimo...
Ella no le miró al decir eso, sin embargo los ojos de Diego se centraron en los suyos, clavándose
Roberta: Al principio pensaba que lo que me dolía era... Ya sabes (suspirando) pero en cuanto vi la primera mancha de sangre, supe que los golpes eran los que me provocaban el dolor más grande... (Le explicaba insegura) me estiraba del pelo de tal manera que vi un mechón caer por mi hombro (se tocó el cabello) me arañaba, me abofeteaba y me empujaba contra todo... Pensaba que iba a morir, que de esa no salia...

Diego la miraba estupefacto, ahora nuevas imágenes se le formaban en la cabeza, reconstruyendo el momento.
Roberta: Pedí ayuda pero... No sirvió de nada y ( lo miró) sinceramente pensé que vendrías a ayudarme (una leve sonrisa se le dibujó) siempre estabas cuando lo necesitaba... Recordé la noche del bosque y mi corazón se llenó de esperanza (tragó saliva) pero me equivoqué... Parece ser que eso tenia que pasar si o si
Los dos, mirándose, se abrazaron. Él la apretaba contra su pecho, quería estar pegada a ella para siempre y protegerle de cualquier cosa. Roberta notaba su desesperación en aquel abrazo y le acariciaba la espalda, cerrando los ojos. Ella le siguió explicando y respondía todas las preguntas que él le hacia. Estaba siendo una charla de horas que los dos necesitaban. Roberta también le había comentado el encontronazo con Giselle de esa misma noche; Diego se enfureció e hizo el gesto de ir a buscarla, Roberta, riendo, le tranquilizaba.
Diego: (Agarrando sus mejillas) Mi amor, no quiero que esos comentarios te afecten, no es verdad que te quitaron lo más importante que tienes, porque lo tienes aquí (puso su mano en su pecho) y aún puedes regalarlo a quien te parezca (sonriéndole)

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