CAPITULO 8

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Diego  sabía que la encontraría allí, y no se equivocaba. De pie, mirando el cielo, al final del muelle; estaba la mujer que le había cambiado la vida, con sus gritos, sus peleas, sus abrazos y sus reconciliaciones, todo, absolutamente todo de aquellos momentos le gustaba. ¿Porque no se había dado cuenta antes? Todo habría sido más fácil, la hubiera tenido consigo desde el principio. Notaba el quemazón en sus propios ojos de todas las lágrimas que había derramado, estaba desesperado, se sentía solo, frágil y hundido. Ella se giró y lo vió, sonrió. Él se extremeció ante su sonrisa, era perfecta. No lloraba, pero inevitablemente unas lágrimas corrían por sus mejillas, sin mueca alguna. Roberta extendió sus brazos. Diego aceleró sus pasos hasta llegar a ella. Se sentía como un niño pequeño, el cual había perdido su juguete favorito. Fue ella la que se acercó a él unos pasos más para protegerle entre sus brazos. Él había explotado en llanto.

Roberta: Shh... (Acariciándole el cabello suavemente) no voy a dejar que te vuelva a pasar lo que te pasó esta tarde

Diego no podía articular palabra.

Roberta: Tranquilo, no llores más, yo estoy contigo, y te voy a proteger de todo

Diego se aferró con más fuerza a ella

Diego: Prométemelo, prometeme que no me vas a dejar nunca más (llorando)

Roberta secó una de sus lágrimas y mirándole a los ojos, le acarició la mejilla.

Roberta: Te lo prometo, nunca más vas a estar solo (se acercó a sus labios, cerró los ojos) porque yo te amo Diego

A él se le estrujó el corazón y mientras sus últimas lágrimas se le escapaban, capturó sus labios por primera vez en todo aqueltiempo, en todos aquellos intentos, aquel fue el momento.

Le faltaba el aire, no podía apenas respirar

Diego: Roberta... (Jadeando)

Se había incorporado. Todo había sido un sueño. Miró su cama, estaba empapada en sudor, al igual que él. Todavía notaba la calidez de sus labios, sentía que todo había sido real. Se frustró y apretó sus dientes con fuerza.

Diego: ¡Maldi*ción! (Golpeandose la cabeza con la mano)

Se sentó en la cama. Se fijó en su guitarra, la cogió y salió de la habitación. Con Roberta y Javier.

Roberta: ¿Lo has escuchado o no?

Javier: Si, es solo música, habrá alguien inspirado, mejor sigamos a lo nuestro ¿si? (La agarró de la mano, pero ella se soltó)

Roberta: (mirando ilusionada en dirección a la música) Es maravillosa, es por allí ¡Vamos! (Alejándose)

Javier: ¡Espera...! (Siguiendole)

Roberta escuchó más claramente aquellos sonidos por cada paso que daba. Conocía aquella canción. Su piel se erizó, a unos metros de ella estaba Diego, sentado en la arena, tocando y cantando aquella canción que ya habían cantado juntos antes. Cerró los ojos, y comenzó a cantar. Diego calló en seco al escucharla y se giró, sin dejar de tocar, ¿Otra vez un sueño? No, edta vez no. Sonrió y la acompañó poniéndose en pie.

DyR: Oyendo una canción para ti, para mi, y que nos llegue al pensamiento, para vivir y expresar todo lo que yo siento, quiero tenerte; te dedico una canción. 

Javier miraba la escena enfadado, decidió actuar

Javier: ¡Amor! (Interrumpiendo detrás de ella)

Entonces la giró hacia él y la besó. Un beso largo y eterno para Diego. No le quedaban más lágrimas; decidió marcharse sin más.

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