CAPITULO 44

454 29 0
                                    

Sintió como su corazón se reblandecía. A pesar de que Diego solo había sido un conector, le había cogido cariño. Giselle había estado lo suficientemente con él, como para darse cuenta del amor que sentía por ella, y Roberta no se quedaba atrás, tenía la misma mirada que cuando Anna de enamoró por primera vez, esa dulce e inocente mirada...
Giselle: N... No puedo...
Bajó el brazo, rindiéndose ante aquel acto de locura. Pero fue demasiado tarde, la llama quemó sus dedos, haciendo que la cerilla cayera de su mano en aquella zona impregnada de alcohol. El calor sofocante de eda llama gigante que apareció de la nada, le hizo retroceder unos pasos, asustada, en shock, sin saber que hacer.
La imagen se repetía: Fuego, pero esta vez con Roberta dentro. Vió como el viento llevaba el fuego de un lado a otro, incendiando árboles y otras cabañas, se expandía con rapidez. Ella miró a todas partes, caminó en circulos, nerviosa, y entonces le vino la imagen de Anna entrando por esa puerta, enfrentándose a las llamas, cerraba los ojos y casi podía tocarla. Sin pensarselo más, se adentró.

Aquello era impactante. El fuego se colgaba de las cortinas y las paredes de madera estaban pintadas con ese naranja tan horrible que empezaba a quemar también las camas. Escuchó a Roberta toser, despertándose. Giselle fue hacia ella
Giselle: An... ¡Roberta! (Sujetándola para que se despertara) ¡Roberta, despierta!
Roberta: (Frotándose los ojos) ¿Giselle? (Mirando a su alrededor) ¡¿Que es esto?! (Alarmada)
Giselle la miró, aquella expresión de terror...
Giselle: ¡Lo siento! (Se lanzó a sus brazos)
Roberta: ¿Que? (Asombrada por eda reacción y aceptando ese abrazo)
Giselle: ¡Te necesito! ¡Y me dejaste sola! ¿Porque me dejastr sola? (Llorando)
Roberta: (Asustada) Giselle, ¿que dices? (Volvió a mirar a su alrededor) ¡Tenemos que salir de aquí!
Roberta y Giselle salieron de la cabaña, pero al llegar casi a las escaleras de fuera, Roberta de acordó
Roberta: ¡Coco! (Con la mano en la boca)
Giselle: ¿Quien?
Roberta: ¡Coco, el osito de peluche de Diego! Se lo regaló su abuelo, no es mío y... (Haciendo intención dd volver a entrar)
Giselle la sujetó del brazo con fuerza, impidiéndoselo
Giselle: Espera... (Adelantándola) Te lo debo
Roberta: (Frunciendo el ceño) ¿Como?
Giselle: Solo una cosa más (sujetando sus manos) ser felices... Vivir felices y cuidaros el uno al otro (Abrszándola)
Roberta quedó en shock, esa simple frase le había emocionado tanto, que le había robado un par de lágrimas. ¿Porque le decía eso? Roberta no entendía el comportamiento de Giselle. Vió como se adentraba a pesar de que se lo había impedido, ahí estaba. Roberta empezó a sollozar, jamád había sentido tanto miedo y tanta adrenalina a la vez, su corazón latía demasiado fuerte. Esperó y esperó, rezando porque Giselle saliera de ahí, pero no fue así. Decidió entrar en su busqueda y allí la vió: un pilar del techo había aplastado su cuerpo y estaba medio inconsciente en el suelo.
Roberta: ¡Giselle! (Acercándose a ella y agachándose)
Giselle: A... Anna... Eres tú... (Con los ojos casi cerrados)
Roberta: Soy Roberta, Giselle
Giselle: Hermana... (Extendiendo la mano)
Roberta le agarró la mano en señal de apoyo. Vió como Giselle lloraba sin ni siquiera darse cuenta, estaba aturida, y Roberta empezaba a perder el conocimiento por aquella cantidad de humo. Se estiró al lado de Giselle
Giselle: ¿Te quedas conmigo...?
Roberta simplemente sonrió mientras sus ojos se cerraban. Roberta empezó a entender algunas cosas sobre Giselle, aún no estaba segura, pero lo que si sabía es que probablemente de había equivocado con ella.
En el suelo de la cabaña, rodeadas por el fuego, que hacía intención de tirarse encima de ellas, quedaron las dos chicas, totalmente inconscientes, con sus manos unidas.

somos sintonia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora