Capítulo 2

10 2 0
                                    

Había pasado más de una semana desde que comenzó el proceso intensivo de restauración de la casa.

Con su cabello negro recogido en una gruesa coleta y ataviada en un overol azul, arregló en el segundo piso del recinto, los tres cuartos y los tres baños completos en tan solo una semana. Limpió, pulió, reinstaló, tiró, cambió, desinfectó y lavo todo a su paso, como huracán enloquecido.

Había elegido para ella y sus mascotas, la recámara que da hacia la parte trasera de la casa, la que tiene un pequeño balcón, área perfecta para las noches de insomnio. Se hizo de un colchón King que acomodó en el suelo y restauró un buró que colocó a un lado. Había sujetado un pedazo grande de espejo a la pared junto a una mesita de madera, en la cual había dispuesto sus productos de belleza tales como un cepillo para el cabello y unas ligas sujetadoras, así como de un par de labiales en tonos claros.

En el descanso en medio de las escaleras, Camila terminaba de colocar la colección de katanas, dagas y cuchillos, labrados con figuras extrañas en su empuñadura y sables metálicos. Esta colección la había adquirido a lo largo de sus viajes alrededor del mundo. No eran más de 17 elementos, algunos grandes y otros más pequeños, pero invirtió mucho tiempo en colocarlos minuciosamente en la pared y dejarlos de manera ordenada por tamaño y región de donde provenían. 

—¿Has manejado alguna de esas armas, Camila? —Preguntó provocadora Misha.

—No, como crees. Son solo para decoración. Siento fascinación por ellas. Una atracción inexplicable. Además, me gusta tomar mi taza de café aquí... mirándolas. —Camila acomodaba una de las dagas a que quedara perfectamente derecha.

—Algunos Guardianes son expertos en el manejo de armas. Entre ellas la katana, por si no lo sabías. —Agregó Misha sinuosa.

—Guardianes. "Dedicados al cuidado de las almas por la eternidad". —Sin mirarla, arremedó burlona a Misha—. No entiendo.  Los elogias pero no puedes trabajar junto con ellos. ¿Por qué? ¿Cómo son? —Preguntó sin entusiasmo pero con un toque de curiosidad. Su energía estaba enfocada en perfeccionar la colección en su pared.

—Son personas banales que hacen bien su trabajo y cumplen habilidosamente su función. Por otro lado, mi relación con ellos es un conflicto netamente interno y no es asunto tuyo... —Dijo glamurosa. —...Deberías conseguirte un novio ya que te queda demasiado tiempo libre que utilizas para entrometerte en la vida de los demás, Camila.

—¿Tiempo libre? ¿Novio? ¡Qué cosas dices, Misha! No creo que exista una persona en este planeta tan afectada como yo y si existiera, no tengo el tiempo para el.

—El mundo está lleno de sorpresas. —Murmuró.

A las dos semanas, la cocina la tenía lista junto con la sala y el comedor. Había dejado dos sillones esponjosos individuales, unos 10 cojines de colores, un tapete café y una mesita sensual y coqueta frente a la chimenea. La barra de la cocina, estaba enmarcada por tres sillas que había descubierto en el sótano de la casa.

—¿Por qué verde y rojo, Camila?

—No entiendo.

—La cocina la pintaste en verde y rojo. Me asusta tu sentido de la decoración, son colores muy... chocantes. —Aseveró Misha asombrada.

—Me gusta.




Guardianes de almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora