Camila se encontraba dentro del kiosco de la plaza portando un vestido largo y blanco, y parado frente a ella, estaba Bruno.
Él fue acercando su rostro lentamente al de ella, hasta alcanzar su boca. Camila disfrutaba del movimiento suave y pausado, y esa calidez, que solo los labios de Bruno podían lograr.
La piel se le erizó al momento de sentir las grandes manos esparciendo delicadas caricias en su espalda. Al mismo tiempo, percibía el olor a hierbas que siempre desprendía de su cabello y la suavidad de éste al tocarlo con su mano.
Bruno se apartó dando unos pasos hacia atrás, sin soltarle una de las manos. Giró su cuerpo y comenzó a caminar alejándose de ella. Camila nerviosa, gritaba su nombre pero éste nunca volteó. Corrió para alcanzarlo, pero al acercarse lo único que encontró fue una puerta solitaria parada en medio de la plaza.
Al abrirla se encontró con un lugar conocido para ella. Todo se encontraba exactamente igual como lo había visto la última vez: el colchón matrimonial en el suelo, el comedor frente a la ventana, la pequeña salita a la entrada, la puerta del baño frente a la cama, incluyendo el frigobar de la esquina. Se paró junto a su cama y verificó que estaba vacía al mover las cobijas. Pensó en Du y Misha, ¿dónde estarán?
Escuchó un ruido detrás de ella, proveniente de la salita de entrada. Al voltear se topó con una inminente figura encorvada por el techo, con ojos negros y silueta deforme.
Camila dio dos pasos hacia atrás y se tropezó con la cama, cayendo sentada en ella.
—¿Quién eres? —Preguntó temerosa.
La figura se acercó un poco a ella y la examinó de arriba abajo. Sonrió. —No te ves muy fuerte como para haber vencido a Jared.
—No fui yo. Fue Bruno.
—¿Bruno? ¡Oh sí! He escuchado su nombre en varias ocasiones. Guardián impasible y muy fuerte, que ha logrado acabar con muchos de mis lacayos. —Hizo una pausa—. Delicioso bocado, me has sorprendido. Gozaré mucho cazándote lenta y tortuosamente.
Impávida, se levantó de la cama y con actitud valerosa le dijo: —¿Bocado? ¿Por qué me llamas bocado? Tengo un nombre y es Camila. ¿Tu, quién eres?
El gran monstruo sonrió.
—Soy el Rey Devorador y espero por ti. —Voló hacia ella pero al segundo antes de golpearla de frente se disipó en un vapor negro, como los que despiden los Devoradores al matar.
Camila abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama. Miró alrededor del cuarto y recostados a un lado de ella se encontraban Du y Misha. Su corazón aún palpitaba incontrolable y sentía escurrir sudor por el cuello. Se levantó de la cama, se puso las pantuflas de bota esponjosa y un abrigo para salir del cuarto.
Sintió el golpe fuerte del aire frío al abrir la puerta, que la obligó a cerrarse el abrigo negro por completo. Camino hacia fuera del lugar en dirección del malecón donde siempre se sentaba a meditar. "Con que así es el Rey Devorador", pensó mientras contemplaba el brillo de las olas que se movían suavemente como al compás de una suave canción.
Por primera vez entendió que ella era la siguiente en ser devorada. "No quiero que nadie salga herido por mi culpa" pensó al sentir que su corazón se aceleraba.
La sensación de la piel de gallina se esparcía por todo su cuerpo. "Siento frío", se dijo.
"Jerome y Bruno. ¿Debo decirles? ¿Debo contarles acerca del Visitante de hoy? ¿Decirles que el Visitante era el Rey Devorador?". Se sentía confusa y un tanto indecisa al no querer involucrar a alguien más pero al mismo tiempo, ansiaba ayuda.
Caminó de regreso a su habitación. Con frío y ropas empapadas por la brisa del mar, se dispuso a prepararse un baño caliente. Después de llenar la bañera y ponerle al agua unos aceites esenciales de lavanda y melisa, verificó que estuviese tibia con los dedos de los pies, para luego meterse por completo.
Tenía una rara adicción por estar sumergida en el agua en sus momentos de mayor ansiedad "es lo más cercano a la paz interior", pensaba.
Aguantando lo más que pudo el aire una vez inmersa, no podía evitar repasar una a una las imágenes de lo sucedido, en un intento por vislumbrar alguna escapatoria al destino que se había fijado desde el día que nació.
Se sentó tomando una enorme bocanada de aire al salir. Se limpió la cara del agua e hizo su cabello para atrás y lo giro por un lado para escurrirlo. Al recargarse cerró los ojos y extendió los brazos hacia los lados.
"Debo hablar con los chicos acerca de este sueño". Concluyó finalmente.
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Guardianes de almas
FantasyDesde pequeña, Camila ha visto el mundo de singular manera, muy diferente a como lo ven los ojos de los demás. Después de conocer a Jerome y a Bruno, su vida dio un giró inesperado, pero pudo entender el origen de su rareza. Foto: Pexels.com