La lluvia comenzó a resonar fuerte afuera del edificio. El viento frío se colaba por la entrada principal que obligó a que Camila se acomodara la chaqueta y taparse hasta el cuello. Con paraguas en mano, se encaminó a donde el entrenamiento de ese día sería.
Jerome se encontraba sentado en el suelo de madera del kiosco del pequeño parque situado en medio de la Isla. Relajado, con las piernas cruzadas y haciendo repetidas respiraciones, esperaba a que Camila se sentara para dar inicio a su clase de meditación.
—Tienes 20 minutos tarde, Camila. —Indicó serio.
—Lo siento.
Se sentó frente a él después de colocar el paraguas, la chamarra y sus zapatos mojados en la orilla del kiosco. Se acomodó con las piernas cruzadas y cerró los ojos.
—Respira profundo. Inhala y exhala. Recuerda que debes tener control de tu mente. —Su voz emanaba paz y tranquilidad.
Durante la meditación Camila intentó apartar todos los pensamientos de su cabeza. Había uno que constantemente se interponía entre su mente en blanco y su tranquilidad.
—Deja de moverte Camila y concentrate. —Gruño Jerome.
Camila asintió. No se había percatado de que había estado moviendo sus piernas por lo cual intentó enfocarse una vez más en su cuerpo y en su mente. Hizo respiraciones pero aún se sentía ansiosa. Por más que lo intentaba no podía concentrarse ese día en la meditación. Abrió los ojos y miró atentamente a Jerome, quien se encontraba relajado frente a ella. Miro el sereno rostro de su maestro y como caían los brazos de forma natural sobre las piernas cruzadas.
—¿Quiero preguntarte algo, —musitó Camila.
Jerome dio una respiración profunda, la contuvo por unos segundos y la soltó paulatinamente. Abrió los ojos y seriamente la miró.
—¿En qué te puedo ayudar?
Camila al verlo tan serio y sin ese rostro sonriente que suele tener, titubeó al principio al abrir la boca.
—No es importante, pero no puedo concentrarme. Hay algo que quiero saber: Bruno... —hizo una pausa—. ¿Se iba a casar? —Dijo finalmente.
—Sí.
—¿Qué pasó? —Preguntó al ver que Jerome no decía más.
—El año en que sucedió el ataque se iban a casar, pero ella murió.
—¿Y Bruno lo superó? —Tenía miedo de la respuesta pero aún así preguntó.
—No lo sé. El no habla de eso. Después del incidente, el nunca más volvió a hablar de ella. Supongo que Jared lo sacó a colación, ¿verdad?
Camila asintió.
—Maldito traidor. —Dijo Jerome molesto.
—¿Desde cuándo conocían a Jared?
—Jared fue nuestro amigo y compañero. Crecimos y estudiamos juntos, —dijo melancólico—. Cuando Bruno nos confesó que había conocido a la chica de sus sueños Jared comenzó a alejarse. Se distanció aún más cuando supo que se casarían. Faltaban unos meses para la boda, solo 4 meses para ser exactos, cuando sucedió el ataque. Ella murió durante una pelea, su alma fue absorbida por uno de los Devoradores y su cuerpo posicionado por el que la asesinó. Bruno peleó contra ella y tuvo que "matar" el cuerpo de su prometida, aunque este ya no fuera ella. Su alma se perdió para siempre.
—Hace 25 años de eso.
—Sí.
—Y Dime, ¿Cuántos años tienen tu y Bruno en realidad?
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Guardianes de almas
FantasyDesde pequeña, Camila ha visto el mundo de singular manera, muy diferente a como lo ven los ojos de los demás. Después de conocer a Jerome y a Bruno, su vida dio un giró inesperado, pero pudo entender el origen de su rareza. Foto: Pexels.com