Capítulo 31

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—Esfuerzo y dedicación constante son dos cualidades que han mostrado en estos últimos meses. Cualidades con las que se ha realizado la tarea encomendada y las cuales agradezco en lo más profundo de mi corazón. —Inició solemne el Gran Jefe durante el brindis.

—Agradezco a todos por su esfuerzo y su paciencia. Todos, mis hijos amados, han peleado valerosamente por nuestras creencias y nuestra supervivencia—. Hizo una pausa—. Como se ha rumorado en las últimas semanas, tenemos un nuevo integrante con dones excepcionales. El don de Camila ayudó a rescatar muchas almas que creíamos perdidas para siempre y en mi persepción personal, veo un futuro cada vez más prometedor para nosotros, Guardianes.

La gente en la sala sonreía atenta a las palabras del Gran Jefe. Camila observaba cada detalle de las personas ahí presentes. Había una chica, que parecía no más de los 30s, de cabello celeste y ojos del mismo color, que gritaba entusiasmada cada vez que el Gran Jefe hacía una pausa. Al otro lado de la sala, pudo ver a una familia completa atenta a las palabras del Gran Jefe. Los niños se mostraban algo aburridos, pero los padres los obligaban a poner atención.

Camila no pudo evitar el observar a Du mordisqueandose una de las patas, a Misha lamiéndose su costado izquierdo y a Jerome sonriente, con su total atención puesta en la charla. El ambiente se tronaba sereno y alegre, cosas a las que ella no había estado acostumbrada.

Escuchó que de repente el Gran Jefe había interrumpido su mensaje y la pausa había sido larga. Sin pensarlo, giró su cabeza hacia la parte trasera, imitando a todos los presentes, y pudo ver que las puertas del recinto se habían abierto de par en par, apareciendo varias personas detrás de ellas.

Observó como esas personas se acercaban hacia el estrado abriendo la multitud a su paso.

—Llegan tarde, Bruno. —Murmuró el Gran Jefe.

—Venimos lo más rápido que pudimos, su Señoría. —Respondió Bruno de inmediato.

—Me alegro que hayan llegado ya. —Esbozó una sonrisa el Gran Jefe.

El corazón de Camila comenzó a acelerarse al grado de tener las manos húmedas y temblorosas. El murmullo de la gente y la música clásica que sonaba en ese instante, se cerraron ante sus oídos un momento, al escuchar el nombre de Bruno.

Disimulada alzó la cabeza, en un intento por mirar sobre la gente hacia donde todos los demás observaban. Para su estatura y de puntitas, lo único que alcanzaba a ver eran las cabezas del gentío. Bajó la mirada al sentirse frustrada por no lograr alcanzar a ver lo que ella buscaba. 

—¿Qué hará Bruno ahora? ¿Se quedará junto al Gran Jefe? ¿Me buscará con la mirada? —Camila se sentía confundida—. ¿Se acercará a mí? 

Conforme sus pensamientos la invadían su preocupación y su imaginación crecían: "se hará el héroe, postrándose a un lado del Gran Jefe y disfrutará de los aplausos de los asistentes. Las chicas lo rodearán y el encantado, platicará con ellas... y...". 

—No, Bruno no es así. El es reservado y sencillo. Algo tímido. —Habló en voz alta en un intento por espantar tales pensamientos al escuchar sus palabras.

"¿Y si sólo se dirige con sus amigos y no conmigo". Miraba desesperada a Jerome quien alegre abrazaba a Misha. —¡Oh dios! ¿qué hago?

El cambio del ritmo de la música comenzó a sonar fuertemente en la sala: de Vivaldi a alternativo. Había un par de parejas moviendo su cuerpo al centro de la pista y algunos otros de los invitados, se acercaban a las mesas de comida. Pero la mayoría de las personas,  conversaban parados o sentados en lagunas de las mesas dispuestas en las orillas de la sala. 

Había vinos, licores y una variada cantidad de aperitivos. Jerome se acercó a Camila con un par de tapas con jamón serrano y queso gouda. —¿Quieres tinto o cerveza? —Le preguntó alegre.

—Tinto, por favor.

Jerome le extendió la copa de vino tinto, que al tenerla en su mano, Camila tomó todo el líquido de su interior de un solo jalón. Él, atónito ante tal reacción, le dio un sorbo a su botella intentando disimular su gran impresión.

Camila seguía mirando el desarrollo de la fiesta. Las parejas bailar, algunos conversando en las esquinas. Cogió otra copa de vino de uno de los meseros que caminaba en ese momento a su lado. Al terminar de tomarse el líquido en un trago nuevamente, le entregó la copa vacía a Jerome.

—Voy al baño. No tardo. —Le dijo sin más.


Caminó, intentando seguir una línea recta de regreso a la fiesta, al salir del baño. Un poco antes de llegar a la sala donde la música sonaba muy fuerte, sintió un jalón brusco en el brazo, que la obligó a girar totalmente hacia atrás. Unos brazos la rodearon por la espalda para arrastrarla hacia ese cuerpo que apenas alcanzó a ver entre las luces coladas de la oscuridad, y que la estrujaba con tal fuerza, que se le dificultaba respirar.

"Bruno", se dijo al instante reconoció el olor a hierbas. 

Poco a poco esa fuerza que la retenía fue desapareciendo y con ello alcanzó a ver el rostro que tanto anhelaba: limpio, completo y con una sonrisa plasmada en él. Vió como esa sonrisa se acercaba lentamente hacia su boca. Sintió como esos labios acariciaban pausado y sin prisa los de ella, y como todo alrededor se desvanecía tras de ellos.

Juntaron sus frentes y se miraron a los ojos por un momento.

—Ahora sí soy todo tuyo. Prometo no separarme de ti nunca más. —Bruno finalmente habló.

—Espero que así sea. 

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2017 ⏰

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