Capítulo 4

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El sonido agudo de la cafetera despertó a Camila. Se había quedado cómodamente dormida en uno de los sillones de la sala cubierta con una delgada manta de retazos de colores.

Se estiró, como suele hacerlo Misha todas las mañanas y no pudo evitar una sonrisa al imaginarse el sabor del café. Se sirvió en una gran taza negra con forma de gato y aspiró por su nariz el vaporoso olor que de ella salía, antes de darle el primer trago.

Descalza, ataviada con un pantalón negro afelpado y con una sudadera holgada que le hacía juego, caminó de nuevo al sillón para sentarse. Postró la taza sobre la mesita de un lado, tomó los lentes de armazón negro y el libro que tenía ahí. Al hojearlo a la altura de su rostro, vio por encima de éste a ambas mascotas paradas junto a la escalera, observándola detenidamente.

—Tenemos hambre y queremos comer —ordenó finalmente Misha al ver que Camila solo los miraba sin decir nada.

—Sí, sí, sí. Comer, comer, comer. Quiero huevo con jamón. —Respondía inquieto Du.

—Tragones. —Replicó seria.

Camila tomó de nuevo su taza y resignada caminó hacia la cocina. Preparó huevo con tocino y jamón que sirvió abundante en los platos de croquetas de sus mascotas.

—Misha, dime. El tipo de blanco de ayer era Guardián, ¿verdad?—, apenas se entendían sus palabras tras un gran mordisco al emparedado.

—Así es. —Como toda gata educada, Misha esperó a tragar lo que traía en la boca para contestar.

—Los Devoradores son los malos y los Guardianes son los buenos. —Agregaba Du entusiasmado.

—¿Por qué nunca había visto un Guardián antes? ¿Son menos? ¿Se esconden mejor? ¿Se vuelven transparentes? En toda mi vida solo había visto Devoradores, ¿qué raro, no?

—Es muy sencillo: los Devoradores aunque se escondan en un cuerpo humano sigue mostrando su lado monstruoso. En cambio los Guardianes, pasan por humanos. Si los viste, tal vez no te percataste de su presencia por que no es tan diferente a la de cualquier humano común. Solo esas batas ridículas que llevan puestas y un aura amarilla que resplandece alrededor de ellos. —Respondía con sabiduría Misha.

—Interesante. —Dio un mordisco al pan—. Desde que los conocí todo adquirió algo de sentido para mí.  Lo que aún no me queda claro, es el por qué puedo verlos... a los Devoradores, a los Guardianes y a ustedes... Informadores.

—Informantes, Camila, Informantes, así nos llaman los Guardianes. Somos como investigadores para ellos. Tarea muy arriesgada, he de agregar.

—Somos los Sherlock Holmes de los Guardianes. Investigadores secretos. —Interrumpió alegre Du al hacer mímica de investigador.

—Yo lo llamaría: 'chismosos'. —Misha se expresaba con toda propiedad—. Pero en nuestro caso, dejó de ser así. Nos apartamos de ese mundo peligroso para convertimos en almas errantes hasta que te encontramos a ti quien nos ha dado hogar y alimento hasta el día de hoy. 

—A mi me gusta Camila, me da de comer, una cama, me besa y me abraza. —El activo perro gris brincaba inquieto sin dejar de masticar.

—Somos una familia. —Soniró—. Eso me recuerda... por nada del mundo vayan al pueblo, ¿quedó claro? —A diferencia de siempre, Camila conservaba un gesto duro.

—¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?  —Preguntaba intrigado Du.

—En el pueblo no hay humanos. No he visto a ni un humano en mis visitas y ¡vaya que han sido muchas para mi gusto!

—¿Segura de lo que dices? —preguntó Misha intrigada.

—Si. No he visto más que personas con los rostros deformes y cuerpos parpadeantes. No hay autos, todos andan a pié. Los Devoradores no pueden manejar, ¿Cierto? —analizaba Camila en voz alta—. ¿Los malditos Devoradores pudieron comerse a todo el pueblo entero? ¿Los mataron, devoraron el alma de cada ciudadano y poseyeron el cuerpo? Así es como funcionan, ¿no es así? ¡Es lo más diabólico que he visto en mi vida! ¿Había sucedido algo así antes? 

—Ya veo. Hace como veinte años sucedió algo parecido al sureste de China. —Recordó visiblemente molesta, Misha—. Los Guardianes decidieron acabar con el pueblo entero en una noche. Esa fue la orden. Lo hicieron explotar por completo. No midieron las consecuencias y mataron a todos los habitantes sin revisar primero si eran o no Devoradores, si había humanos o Informantes dentro del pueblo. Una pésima decisión he de confezar; hubo muchas perdidas irreparables... 

—Misha perdió unos amigos en esa explosión. —Susurró tristemente Du.

—Lo lamento mucho. ¿Sabes qué hacían ellos dentro del pueblo?

—No quiero hablar de ello. —Respondió contundente Misha.

Tras un silencio incómodo y prolongado, Camila decidió servirse otra taza de café y dirigirse a la sala, donde se acurrucó de nueva cuenta en el sillón, se tapó con la cobija de retazos de colores  y comenzó a leer su libro.

En la cocina, por otro lado, Misha y Du continuaban comiendo su porción abundante de croquetas con huevo, jamón y tocino.

—Lo que menciona Camila, es grave. Muy grave, si es todo el pueblo. —Misha se quedó pensativa por unos segundos, mirando fijamente a los ojos de Du, quien la veía apacible por primera vez en mucho tiempo.

—¿Crees que sea un refugio de Devoradores como el de China, Misha? —Finalmente preguntó Du.

—De ser así, es muy peligroso para todos nosotros. Tienen ese particular gusto de descuartizar y comerse las almas de los Informantes y no deseo verme envuelta en una contienda por mi vida. —Agregó con fastidio.

—Muy peligroso para Camila en especial, si se descubre que los puedes ver, sería su final. Se pelearían entre ellos por devorar su alma, manjar para los Devoradores. Misha, no somos lo suficientemente fuertes como para protegerla. No sin el respaldo de los Guardianes. —Dijo angustiado Du.

—Lo sé.

Guardianes de almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora