El sol comenzaba a esconderse cuando se reunieron los líderes de las Tres Secciones.
Camila se encontraba parada junto a los demás formando un círculo casi completo que desemboacaba donde El Gran Jefe se encontraba sentado.
—Señoría, —dijeron todos los reunidos al hacer una reverencia.
—Líderes de Sección, Consejeros y Camila, gracias por venir.
El Gran Jefe se levantó de su silla ágilmente, a pesar de su avanzada edad, y se acercó a ellos. Se paró en medio de Jerome y Christine, líder de Alabarderos, mujer alta y musculosa, que atemoriza a cualquiera con su imponente estatura.
—Los he reunido hoy para darles las siguiente información. Camila esto te involucra directamente a ti, razón por la cual estas aquí —Hizo una pausa—. Uno de los encargados del área de investigación cotejó el ADN que se recabó y el resultado ha sido impactante.
Explicó que Camila se encontraba dentro de la lista de fallecidos de la Isla. Se había comparado el ADN de su sangre con el del registro de la base de datos y así mismo, con el polvo guardado, una vez expuesto el resultado. Dicho resultado, había sido verificado un centenar de veces por varios de los integrantes del área de investigación y sin excepeción, llegaron a la misma conclusión: Camila estaba muerta.
—Suele guardarse los restos de los Guardianes como una forma de respeto hacia ellos. El polvo que se deja tras morir, se almacena dentro de un espacio en el edificio de Investigación del Consejo, en pequeñas cajas de madera selladas herméticamente para preservar las memorias. Antes de guardarse en este lugar, se ingresa a la base de datos el perfil completo del polvo. Razón por la cual lo teníamos a la mano. —Agregó uno de los investigadores un poco apenado.
—Pero... ¿Cómo obtuvieron mi polvo? Si.. yo estoy aquí—Preguntó Camila titubeante.
—Los restos tuyos y los de tu madre, fueron encontrados dentro de un edificio abandonado en la Primera Dimensión, hace más de 20 años, según dicen los registros de la carpeta. Tu madre se llamaba Tara Singfield... —Continúo leyendo el investigador mientras hojeaba las hojas de una carpeta de color celeste— ...Sin embargo, no especifica nada acerca de la posible muerte o cómo y en dónde vivieron hasta ese momento.
Lo extraño era que, los registros de su madre anteriores a su salida, no concordaban con la situación de ingreso tras su muerte. No se tenía información alguna acerca de su embarazo, ni de quién podría ser el posible padre.
—Hace 25 años, —agregó El Gran Jefe dirigiéndose a Camila en especial—, hubo una pequeña pero sangrienta invasión a la Isla Guardián por parte de El Rey Devorador y algunos de sus súbditos. El Rey Devorador, conocido como Akar, logró debilitar una parte del campo protector de la Isla, por el cual logró incursionar su pequeño séquito de soldados.
Akar había quedado tan débil, por el alto manejo de magia que utilizó para lograr entrar, que lo obligó a retirarse de inmediato.
Como toda sorpresa conlleva, los Guardianes no estaban preparados para el furtivo ataque. La muerte de muchos de ellos fue de esperarse y con la revuelta, otros tantos decidieron fugarse hacia la Primera Dimensión, resguardados en espera del regreso seguro a la Isla.
Jared, Consejero de Investigación en ese momento, había sido el encargado de la búsqueda de los refugiados, una vez que terminó el ataque, que duró unas cuantas semanas.
Viajando por todo el mundo, con lista en mano, buscó por los Guardianes, hombres, mujeres y niños, en todos los lugares posibles donde podían esconderse dentro de la Primera Dimensión. No fue un trabajo fácil pero lo llevo a cabo valiente y pacientemente hasta que murió en un accidente, en uno de los recorridos de búsqueda y exploración, hace algunos años atrás, al sureste de China.
—Tara Singfield... —repitió en voz baja Camila.
—Tu madre, Tara, fue una gran guerrera Guardián, perteneciente a los Arqueros. —Agregó El Gran Jefe con melancolía.
—Pero... estoy viva, ¿cómo es que se tiene mi registro de muerte?—.
—Exacto. Esa es la GRAN cuestión. ¿Por qué estas viva, Camila? No lo sabemos aún. Tu concepción y por ende tu nacimiento, fueron fuera de la Isla. No se tiene registro alguno de ello, sólo acerca de tu muerte. Lo cual lo hace más complicado pero no imposible. —Dijo solemne El Gran Jefe al dirigir la vista e inclinar la cabeza hacia una persona perteneciente al Consejo que se encontraba frente a el.
El miembro del Consejo, un señor de cabello notablemente alborotado y de un particular tono azul, mencionó que dentro de la carpeta se había encontrado una bolsa extra con polvos de un Devorador. Los registros la describían, sin mucho detalle, pero sin relacionarla con la posible causa de muerte de Madre e hija.
—Pero lo curioso es tenerte aquí, frente a nosotros. Aún viva. —Agregó el hombre de ojos profundos.
—La pregunta inicial fue, ¿qué sucede? Para seguir con ¿quién miente? El ADN nos mostró parte de la verdad, pero seguimos investigando para llegar al fondo de todo esto. —Dijo el Gran Jefe.
Camila se quedó helada. Nunca pensó que el concepto de madre pudiera ser real y tan cercano a ella. ¿Podía ser posible que a estas alturas encontrará a su familia biológica? No había pensado en ello desde hacía mucho tiempo y menos ahora, que contaba con Du y Misha como familia propia. Los sentimientos encontrados entre esperanza, desconfianza y un toque de desesperación, resurgían mezclados, filtrándose en el ambiente a través de sus poros.
—¿Tengo más familia? ¿Abuelos? ¿Tías? ¿Primos? —preguntó exaltada.
—Tenemos registros de que tus abuelos murieron, poco tiempo después de tener conocimiento de la muerte de tu madre. Tara no tenía hermanos. Lo siento, no hay nadie más. —Respondió apenado el Investigador.
—Necesito que verifiquen toda la lista de muertos que elaboró Jared, por favor. Presiento que la respuesta a todo está en esas listas hechas por el. —Ordenó amable el Gran Jefe a los miembros del Consejo.
—Sí, su Señoría, —respondieron todos al unísono.
—Bruno, Jerome. Vayan a la Primera Dimensión de inmediato.
—Sí, su Señoría, —dijeron ambos chicos.
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Guardianes de almas
FantasyDesde pequeña, Camila ha visto el mundo de singular manera, muy diferente a como lo ven los ojos de los demás. Después de conocer a Jerome y a Bruno, su vida dio un giró inesperado, pero pudo entender el origen de su rareza. Foto: Pexels.com