Capitulo 18: Recuerdos. Parte 2

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Al otro día le pregunté a Christie si conocía a la mujer que me había visitado la noche anterior, se la describí pero ella dijo que no conocía a nadie con esa descripción; saqué la tarjeta que me había dado y se la pasé a ella para que la mirara; al pasársela ella me miró con expresión confundida como quien mira a un loco hablando disparates.

—Esta tarjeta está en blanco Denny —dijo y entonces me la devolvió; la miré y efectivamente estaba en blanco.— ¿Estás seguro de que alguien estuvo aquí anoche?

No respondí enseguida, miré la tarjeta y me pregunté si me lo había imaginado todo, tal vez sólo había sido un sueño o mi mente tratando de darme lo que quería.
Pero recordaba tan claro el rostro de esa mujer, sus palabras, incluso el olor a tabaco y yerbabuena que emanaba que no podía haber sido una alucinación, de ninguna manera pude haber creado eso en mi mente.

—Si, estoy seguro.

—Bien, te creo. Tal vez esa no es la tarjeta.

Asentí dándole la razón porque no tenía una explicación para ello, así que solo lo dejé pasar. Pero la idea de que esa no era la tarjeta, no entraba en mi cabeza, así que igual la guardé en la mochila que tenía al lado de camilla, después de todo: mujer misteriosa, tarjeta misteriosa; tenía sentido. Al menos para mí.

Pasado el medio día, la puerta de mi habitación se abrió, volteé en su dirección y un muy triste y demacrado Austin entró. En sus ojos se veían las horas de llanto que había pasado y la falta de sueño. Estaba despeinado y tenía el aspecto de alguien que está a punto de caerse y romperse en mil pedazos.

—Austin... —susurré y mis ojos se aguaron.

—Eres un ingrato —empezó mientras una lagrima resbalaba por su mejilla.— Pensabas dejarme sólo, eres todo lo que tengo y casi te matas a propósito. ¡Eres un egoísta! —se lanzó a la cama y me abrazó; sus lágrimas salieron sin parar por unos minutos en los que yo lo sujetaba con fuerza y lloraba al igual que él.

Solo en ese momento noté lo verdaderamente egoísta que había sido. No había pensado en él ni en su bienestar, sólo pensé en mis locuras de que no tenía razón para vivir; pero mi hermanito siempre había estado allí, sufriendo su lucha propia y necesitando a alguien que lo reconfortara y yo sólo lo había ignorado. Me separé un poco de él y miré su rostro, estaba de verdad muy mal y en parte era por mi culpa, me sentí terrible por su dolor, por mi dolor, por todo.

Sí teníamos una razón para seguir: nosotros, éramos una familia y estábamos juntos y debíamos superarlo todo.

—Lo siento, Austin —dije.— Nunca te dejaré, eres mi hermano y eres lo que me queda. Saldremos adelante.

—¿Qué vamos a hacer? —dijo preocupado— En este momento, legalmente pertenezco al orfanato.

Eso era lo que más me tenía preocupado hasta ese momento, no podíamos separarnos, simplemente no podíamos, por nada.

Nuestros padres nos habían dejado la casa, no nos faltaría hogar, yo podría trabajar o estudiar mientras Austin terminaba su colegio y luego veríamos qué hacer. El bombillo imaginario encima de mi cabeza, se prendió y me dió la única idea que nos iba a ayudar en ese momento.

—Seré tu tutor legal. Haré la solicitud y me encargaré de tí mientras acabas el colegio y luego veremos —me senté un poco más en la camilla y le indiqué a Austin que se sentara a mi lado, él lo hizo.— Lo haremos juntos hermano, no me separarán de tí.

No iba a ser fácil, pero, ¿qué es fácil en la vida?.

Le conté a Austin de la loca de la noche anterior y él escucho con atención, miró la tarjeta e igualmente estaba en blanco. Aún así, me creyó, dijo que eso era una señal y que esas señales no se podían ignorar, que en toda locura hay una base de realismo. Así que concluí para mi mismo que era real que ese algo o alguien aparecería para hacerme feliz, y me puse la meta de encontrarlo. Aún sin saber qué buscaría, tenía el presentimiento de que lo sabría cuando lo viera.

Destino del corazón © •|TERMINADA|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora