Capítulo 37: Así de fácil, todo se va al carajo

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—¿Cuando se irá señorita Emily? —pregunta la señora Margareth una vez le cuento que me han otorgado la beca.

—Lo más posible, el semestre que viene.

Aún no le cuento nada a Denny y Max continúa insistiendo que en qué he pensado.
Bien, en cuanto a él, llegué a una conclusión: aún lo amo pero no como a un novio, es y siempre será mi mejor amigo, doce años compartidos no pasan desapercibidos en la memoria y él siempre estará en ella.
No le he dicho eso a Max literalmente, pero en cuanto a nuestra relación, bueno, ya no es una relación; estamos en pausa, por así decirlo; sin embargo sé que él lee mis palabras y sabe que entre nosotros ya no hay nada romántico; nada más que una amistad.

El deseo de mamá siempre fue ser cremada, y cuando Evans pudo volver, hace una semana, se hizo la ceremonia. Estuvimos solo los dos, no quisimos invitar a nadie, queríamos tener intimidad para despedirnos de la mujer que nos dió todo; no corrieron más lágrimas, en cambio salieron sonrisas de afecto de parte de ambos. Mi hermano se quedó aquí unos días más y volvió a la ciudad; lamenta que Sophie no haya podido conocer a mamá, pero la vida sigue.

Han pasado dos semanas desde mi «declaración» de sentimientos con Denny, y nuestra relación, va bien. Aún no somos «novios» oficialmente, pero vamos por buen camino. Las sensaciones no han mermado en su intensidad al estar juntos y eso es buen presagio.
Hoy es viernes, último día de clase y por el momento, también último día de Amber viviendo conmigo; su mamá le dijo que se sentía sola y que ya llevaba mucho tiempo fuera de casa. Tiene razón, ya hace casi un mes se está quedando aquí. Al vecino no le pareció la noticia, pero cuando dependes de tu madre para la mayoría de aspectos en la vida, no queda mucha elección.

La extrañaré, sin ella, las habitaciones de verán menos luminosas, no soy muy amiga de la soledad, en especial en las noches; me inquieta saber que dormiré sola bajo este techo. Vida de adulta.

Mañana Denny cumple años y estoy preparándole una sorpresa, en parte por su cumpleaños y en parte para devolverle el bonito gesto que tuvo conmigo hace un par de semanas. Planeo algo similar, hablaré con Austin para que me deje entrar y nos de privacidad; quisiera cocinarle algo delicioso, pero como no soy tan buena cocinera, ordenaré comida italiana, eso cuenta como cocinar.

Nunca he sido lo que se dice cursi y entregada al romance de películas (al menos no en exceso), pero Denny hace que quiera serlo, él saca lo mejor de mí; así que con ayuda consejera de Amber, he comprado las velas, le compré un libro que me mencionó hace unos días que quería leer e incluso compré un mantel fresa que mi amiga dijo que era para el ambiente.

—Austin, te quiero pedir un favor —digo con una sonrisa inocente.

Por ser el último día de Berry acá, hemos decidido ver una película; Denny no está porque tuvo que ir a un grado de última hora. Me viene bien, así puedo pedirle a su hermano el permiso para irrumpir mañana en su apartamento.
Austin despega un momento los ojos del televisor mientras pasan los comerciales y Amber se levanta para ir al baño.

—Dime, Mills.

—Veras, quiero darle una sorpresa a Denny, así que me preguntaba si podrías dejarme entrar mañana en la tarde a tu apartamento y pues... —desvío la mirada por la última petición que le haré—, ya sabes, irte por un par de horas o algo.

Mi voz termina en un susurro al tiempo que Austin se ríe burlonamente. Amber y él están hechos el uno para el otro.
Una sonrisa pícara adorna su cara y levanta sus cejas mientras me da un codazo.

—¿Qué le harás a mi hermanito, Mills? —sonríe más ampliamente y agrega:— ¿Sí encontraste un moño de tu tamaño?

—¡Austin! —chillo con la cara colorada, asestándole una palmada en el hombro, él se limita a carcajearse y gozar a mi costa— No seas idiota.

Destino del corazón © •|TERMINADA|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora