—Esto es incómodo —dice Austin en un susurro que hace eco en las estrechas paredes del pasillo.
Este definitivamente entra en el top cinco de los momentos más vergonzosos de toda mi vida, justo detrás de aquella vez cuando tenía catorce años y no me puse sostén y en el colegio jugamos bajo la lluvia y todo el salón pudo ver la transparencia de mi camiseta de educación física.
Cojo una de mis manos con la otra y la apreto en un intento de canalizar la pena o de buscar algo inteligente que decir, o así no sea inteligente, pero decir algo, lo que sea. Pero lo único que sale de mi caja torácica es una carcajada que hace que mis compañeros de pasillo me miren como si estuviera loca.
Cubro mi boca con una mano tratando de controlar la risa, pero me es imposible, es como un estado de shock o de estupidez pero es de esas risas que no hay fuerza humana que las detenga. Pasan unos segundos y Amber se me une, tampoco debe ser agradable para ella que la encontremos a punto de acostarse con su novio.
¡Dios! Acostarme con Denny, ¡Estuve a punto de acostarme con Denny! En este momento con la mente despejada y las hormonas en la habitación contigua, puedo percatarme del error que estuve a punto de cometer; haber tenido sexo con mi vecino solo hubiera complicado más la ya horrible situación sentimental en la que mi corazón está sumida.
Nota mental: No dejarse llevar de esa manera.
Austin termina riéndose también y Denny se nos une; ninguno sabe qué decir después de eso y la vergüenza no pasa si nos lamentamos, así que ¡riámonos!
Finalmente es Denny el que habla.
—Hola, chicos —pudo haber dicho algo mejor.
—Hola —dice Amber en un tono muy bajito.
—Hagamos una cosa —opino—, nada pasó aquí, sólo... —pienso en poner un ejemplo que pase por nuestras mentes como algo más normal a la realidad, pero no encuentro nada en mis ideas—, sólo nada. Nada de nada.
—Estoy de acuerdo —secunda Amber. Toma a Austin de la mano y abre su puerta—. Buenas noches.
El hermano rubio no dice nada y sigue a Amber, hago lo mismo con el hermano castaño y cierro la puerta a mis espaldas.
Me siento en la cama, apoyo el codo en mi rodilla y mi mano en el mentón, conteniendo la risa o la vergüenza o yo que sé.Denny está de pie en el umbral de la puerta, vacilando entre si seguirme o irse. Levanto la mirada y noto que también está tratando de ocultar una risa; pero en el momento en el que nuestros ojos se conectan, no aguanta más y ríe abiertamente. Se acerca a la cama y se sienta a mi lado, se queda con la vista al frente, al armario, al igual que yo.
El silencio de la noche es apacible y no sé qué procede ahora, giro en su dirección y aún está sin camisa, debe ponérsela y pronto.
Llegados a este punto, dudo que sean las hormonas, me inclino más por la magia porque el deseo que Denny me inspira no es normal, no es moderado; es necesitado y adictivo; pero debo distraer la mente y solo no pensar en eso. Miro atrás y la camisa de Denny está en los pies de la cama, me estiro y la tomo para pasársela. Al ver que se la extiendo, una mueca parecida a una sonrisa adorna la cara de mi compañero, no dice nada y se la coloca sin abotonarla.
—Vaya manera de matar el momento —exclama, haciendo que me sonroje de nuevo.
—Sí... —respondo incómoda—, tal vez nos estábamos dejando llevar más de la cuenta.
—Pues yo no me arrepiento, princesa —relame sus labios haciendo que mis ojos se enfoquen sólo en ese detalle—, fue casi la mejor noche de mi vida.
ESTÁS LEYENDO
Destino del corazón © •|TERMINADA|•
RomanceLa vida de Emily Blancquarts parece estar muy bien planeada, tiene un amor perfecto con su novio de hace cinco años Max y pronto empezará su carrera como fotógrafa. Tiene una madre, una mejor amiga y un hermano que la aman, pero su vida dará un giro...