Es imposible dormir cuando tantas cosas pasan por la mente, tantas angustias y preguntas que quisiera resolver pero que la culpa —o la cobardía— no me permiten formular. Sería tan fácil levantarme, ir a la puerta de enfrente y preguntarle a Emily porqué estaba tan tensa, pero sé que podría hacer preguntas y no puedo contarle lo de Christie aún. Siento como si fuera a huir de una prisión y estuviera planeando el escape, analizando que no presente fallas y que salga a la perfección, ¿qué le diré a Austin?
Al notar que han pasado casi dos horas desde que llegué y que no he podido cerrar los ojos a pesar de que me pesan, me doy por vencido en el intento por descansar y me levanto; son casi las cinco de la mañana y ya tengo mi maleta lista, voy al computador y averiguo los horarios de los buses a Slawtown y hay una ruta que sale a las seis y cuarto; esa es la mejor opción. Dice que el tiquete se puede comprar en la misma estación así que solo anoto el número del bus y guardo el papel en mi bolsillo trasero.
El reloj de la pared marca las cinco y cuarenta de la mañana, momento de salir. Me debato entre ir a despedirme de Austin, pero sé que hará preguntas así que me decido solo por dejar una nota diciendo que es una emergencia y que volveré en dos días, tal vez estando allá lo llame y con el consentimiento de Chris, le cuente lo que sucede.
Salgo del apartamento con el mayor sigilo que puedo y al ver la puerta de mi princesa se me estruja el corazón, espero de verdad que cuando le cuente mis motivos, los entienda, después de todo ella también tiene una mejor amiga y sé que haría lo mismo por Amber si fuera necesario.
Después de etiquetar mi pequeña maleta y subir al bus, el cansancio y la falta de sueño me pasan factura, ladeó ligeramente la cabeza hacia la ventana y quedo profundo en menos de un minuto, tengo un par de horas para descansar.
El claxon atronador de un bus aledaño me hace despertar de golpe, al parecer estamos en el terminal de buses de Slawtown y hay una pequeña congestión, la cual agradezco porque de no ser por eso hubiera seguido quien sabe hasta donde. Le indico al conductor que he llegado a mi destino y bajo mi maleta. El sol me golpea fuerte en los ojos y parpadeo rápidamente varias veces para acostumbrar la vista a la luz.
Entro a la pequeña cafetería del terminal y compro una botella de agua, refresco mi garganta, el líquido baja enfriando todo a su paso y volviéndome a la vida. Tomo un taxi y le pido que me lleve al hospital. Aún no es mediodía y es domingo, espero que las visitas estén autorizadas.
Luego de pagar el transporte, llego al lúgrube lugar y un destello de recuerdos de mi estancia acá pasa por mi mente haciendo que tuerza la boca al invocar ese horrible momento, me dirijo a la recepción y una señora de cara nada amable me recibe.
—Buenos días —saludo.
—¿En qué le puedo ayudar? —responde fastidiada.
—Busco a Christie Blueven. La internaron hace un par de días y... —me interrumpe levantando su regordete dedo índice indicando que me calle. Teclea unas cosas en su viejo ordenador y sin levantar la vista me responde:
—Habitación 512, segundo piso.
—Gracias.
Me encamino a las escaleras para llegar a la segunda planta, al subir, miro en ambas direcciones para orientarme, voy hacia la derecha y empiezo a ver las nomenclaturas 509, 510... Llego a la 512 y dudo antes de tocar, no sé cómo la encontraré y los nervios me invaden. Toco suavemente dos veces y una frágil y cansada voz se escucha del otro lado.
—Adelante.
Entro y definitivamente se ve peor de lo que pensé, sus ojos están hundidos, rodeados de dos bolsas negras que los enmarcan; sus labios están pálidos y resecos; su melena rubia se ve sin brillo, de un tono casi cenizo; trae bata de hospital pero se ven los huesos de su cuello y su clavícula mucho más marcados que de costumbre; al verme, sonríe pero la alegría no le llega a los ojos, luce agotaba y reprimo un jadeo al verla en ese estado; es como ver a quien alguna vez fue una flor, marchita y a punto de desmoronarse por los golpes.
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Destino del corazón © •|TERMINADA|•
RomanceLa vida de Emily Blancquarts parece estar muy bien planeada, tiene un amor perfecto con su novio de hace cinco años Max y pronto empezará su carrera como fotógrafa. Tiene una madre, una mejor amiga y un hermano que la aman, pero su vida dará un giro...