Capítulo 39: Mentiras

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Después de la aparición de Denny, el poco buen humor que tenía de esfumó. Ya casi son las dos de la madrugada y desde hace un buen rato que estoy haciendo mala cara al mundo; Brenda está contenta, por eso no he hecho esfuerzos por decirle que nos vayamos, pero ella puede quedarse con los chicos.

—Es hora de irme —le digo a Brenda por encima de la música del establecimiento.

—¿Quieres que te acompañe? —lo dice más por cortesía, se ve que no quiere irse aún.

—No te preocupes. Puedo irme sola.

—Deja te llevo —interfiere Álex—, tengo auto y también es hora de que me vaya.

Álex no bebió casi durante la noche; es más, creo que solo tomó cocteles libres de alcohol.

La verdad salir a esta hora e intentar tomar un taxi y sola no se oye muy tentador, así que accedo. Me pide que lo espere unos minutos mientras acerca el auto al bar, salgo y aguardo en la puerta. Pasados unos minutos, una camioneta que se ve un poco ostentosa pero muy hermosa, de color negro, me pita; me acerco y es Álex, me abre la puerta desde su asiento y subo.

—Muy linda —halago.

—Ya escuchaste mis líneas de conquista, si no tuviera ésta camioneta, sería virgen —responde.

—Dijiste que funcionaban con la demás.

—Eso del oso no conquista a nadie —sin poder evitarlo, me río de su comentario—. Pero en serio, es de mi papá; él casi no la usa, así que es mía la mayoría del tiempo. ¿Donde vives?

Le indico el camino y él arranca, se hace un silencio, pero sorprendentemente no es incómodo. Miro a través de la ventana y pienso en la estúpida discusión que tuve con Denny, como si mi acompañante me leyera la mente, pregunta:

—¿Crees que tu novio se enojó mucho? —me observa por el rabillo del ojo y yo suspiro.

—No es mi novio.

—Pero lo quieres —volteo a mirarlo y él explica—. Se nota cuando lo miras. Él también te quiere.

No pude tener a mi amiga hoy para hablar, y el chico me inspira confianza así que no tengo nada que perder si le cuento mis problemas.

—Supe que su ex tal vez está embarazada —susurro—, y siento que no puedo interferir en eso.

—Dices tal vez, pero puede que no. Quizás estás sacando conclusiones apresuradas.

—Es más complicado que eso, yo... lo conozco hace poco pero él... Mira... —mi situación no es fácil de explicar, así que solo resumo las cosas—, hasta hace unas semanas, creí estar enamorada de un chico con el que llevaba cinco años de relación, ahora llega él y pone todo de cabeza y cuando creo que todo está bien con nosotros, él...

No supe en qué momento se me hizo el nudo en la garganta hasta que siento una lágrima caer y golpear mi mano; tampoco sé en qué momento Álex estacionó la camioneta a mitad de calle.

—Lo siento —musito.

—Creo que eres una chica muy amable —dice—, y creo que, como todos, mereces ser feliz. Te diría que hablaras primero con ese chico, tal vez estás haciendo una tormenta en un vaso de agua —lo miro con gratitud y el agrega:—. Dramática, igual que todas las chicas.

Me río y las lágrimas dejan de salir, arranca de nuevo y en veinte minutos más, llegamos a mi edificio; antes de salir volteo hacia él.

—Gracias... por todo.

—No hay de qué —responde con una sonrisa—, ya que no caíste con mi encanto, tal vez podamos ser amigos.

—Claro, chico encantador —me burlo—. Me agradas, espero verte de nuevo.

Destino del corazón © •|TERMINADA|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora