Capitulo 7 La despedida. Parte 1

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Aquel dicho de, no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes es más cierto de lo que esperaría que fuera. No estoy perdiendo a Max, pero el discurso que mi mamá está dando desde que se enteró de su partida me hace sentir como si así fuera.

—Cariño, pero si llevan doce años juntos —dice mi mamá con un nudo en la garganta.

—Señora Blancquarts, solo me voy dos meses —responde Max con tono cansino—. Trabajaré, ganaré experiencia y volveré —dice todo lentamente por quinta vez para que mi mamá entienda de una vez por todas.

—Pero, ¿y dónde te quedarás?¿Y quién cuidará de ti?¿Y cómo harás para sobrevivir sólo, mi niño?

—Señora Blancquarts, tengo veintidós años, soy un adulto, me quedaré en casa de una tía y estaré a salvo.

La sobreprotección de mi madre hacia un hijo varón, fue transmitida a Max cuando Evans se fué. A veces siento que lo quiere más que a mí.

Cuando mamá llegó a casa, le contamos los planes de Max y desde entonces no ha dejado de lamentarse.
Max trajo la cena como prometió, bueno, trajo pizza y gaseosa que es más o menos lo mismo.

Yo solo atino a blanquear los ojos con cada nuevo escenario de peligro que mi madre inventa como posible consecuencia si Max se va. Lleva más de veinte minutos en su discurso, así que para tranquilidad mia —y de Max— decido intervenir.

—Mamá, Max se va pasado mañana —empiezo con toda la calma que puedo—. Él va a estar bien, volverá en unas semanas y todo será como antes. Ahora, ya que solo tenemos lo que queda de tarde y el día de mañana, nos gustaría estar juntos —tomo a Max de la mano y lo levanto de la silla del comedor—. Así que si nos disculpas... —camino rumbo a mi habitación con mi novio tomando mi mano.

—¡No hagan mucho ruido! —grita mamá desde la sala.

—¡Mamá!

—Esta bien. Lo siento.

Llegamos a mi habitación y nos recostamos en la cama. Si bien el cambio no va a ser para siempre, siento como si estuviera a punto de sufrir una perdida o un gran desamor. La sensación de soledad se aloja poco a poco en mi pecho y amenazan con llegar a tal punto de no querer dejarme respirar.

Lo mejor es olvidarme del tema y pasar este tiempo como si fuera el último. Sólo disfrutar.

—¿Qué quieres que hagamos amor? —le pregunto a Max en un intento de alejar los pensamientos deprimentes de mi cabeza.

—Podemos ir a cine, en dos horas empieza la función de La última llave.

—¿Una comedia romántica? —respondo riendo.

—O podemos ver Destino sangriento —dice con indiferencia—. Depende de cómo esté tu humor.

—Idiota.

Así que aquí estamos en el Cinema tratando de decidir cuál película veremos.
Al final nos decidimos por Las horas antes de la muerte, se supone que es una tragicomedia; soy suceptible al terror y no quiero salir del cine llorando por un romance de película.

Ingreso a la sala mientras Max compra palomitas y chocolatinas; me siento en mi lugar asignado. Están dando los créditos pero las luces aún no las apagan.
De repente, el aire dentro de la sala empieza a parecerme pesado, siento una bola obstruyéndome el paso de oxígeno hacia los pulmones. Se me seca la boca y mi cintura empieza a arder. La conclusión que saca mi cabeza por esos síntomas, no es nada buena, pero así como es de improbable, es real. Denny.

Destino del corazón © •|TERMINADA|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora