Capítulo 32: Ahora y siempre.

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Me despierto con un terrible dolor de cabeza y los párpados me pesan sobre los ojos, alguien está abrazándome​ y siento su calor a mi lado; una vez mis ojos se acostumbran a la poca luz que hay en la habitación, reconozco que es la de Denny y que es él quien me aferra a su cuerpo; está dormido y por la ventana alcanzo a ver la luna es decir que llevo ya un par de horas acá.

De repente recuerdo el porqué llegué y las lágrimas empiezan a formarse de nuevo; la vida de mamá pende de un hilo y estoy a cientos de kilómetros de ella y no puedo hacer nada. Debo hablar con Evans.

Me muevo con el mayor cuidado intentando no despertar a Denny y me deslizo por la cama; camino en puntillas hasta la puerta de su habitación y antes de salir, volteo a darle una última mirada; está tan tranquilo y se ve tan bueno que me reprocho por tenerlo en esta situación. A él y a Max.

Voy hasta la puerta de la entrada y salgo haciendo el menor ruido posible; llego a mi puerta y toco suavemente con la esperanza de que no sea Max quien abra, no sé cómo darle la cara después de huir a brazos de Denny, literalmente.

Escucho pasos acercándose y es Amber quien abre. Tiene sus ojos rojos así que asumo que ya le contaron; al verme me abraza y empieza a sollozar conmigo, entramos y nos sentamos en el sofá.

—Emily, lo lamento tanto —balbucea.

—Amber... no sé qué haré sin ella. Ella es todo y... sólo faltaban cinco días para que volviera... —la falta de aire hace que me calle y que solo resbalen las lágrimas de mis hinchados ojos.

—Todo va a estar bien, Mills —me consuela.

Dejo que muchas gotas caigan de mis ojos antes de volver alzar la vista; Berry llora en silencio y no me suelta en ningún momento.

—¿Dónde está Max? —pregunto. Sus ojos se entristecen más si es posible y desvía su mirada.

—Está en su apartamento —susurra—, dijo que iba a acomodar las cosas de su viaje.

Mañana Max debe irse de nuevo, o si no perderá el trabajo. Pero sé que ese no es el motivo de que no esté acá justo ahora.

—No se fué solo por eso —replico—. Berry, lo he lastimado mucho...

—Lo sé —responde con comprensión— ¿Qué sucede entre Denny y tú, Mills?

—Es complicado, Amber.

Empiezo a relatar lo que no había podido contarle antes; de Vega, de la magia, de todo lo que Denny me hace sentir, de mi beso con él y el beso de Max con la chica de la casa; todo. Amber escucha sin interrumpir, sólo soltando una que otra exclamación de asombro o un asentimiento de cabeza.

—¿Qué sientes por Denny? —pregunta una vez termino mi relato.

¿Qué siento por él?, esa debería ser la pregunta del millón, y la única que no tiene respuesta fija. Denny me importa, mucho, pero ¿Lo amo? ¿Hasta el punto de continuar mi vida con él y no con el amor que me ha acompañado los últimos doce años?.

Imaginar mi vida sin Denny me provoca un nudo en el corazón y un dolor indescriptible, un vacío profundo y un aire frío me atraviesa y me congela cada centímetro del cuerpo. No, eso no.

Y ahora Max, es mi primer amor, con él descubrí la vida, formé sueños, construí cimientos de lo que sería nuestra vida de aquí a unos años y es seguro que ocupa uno de los lugares más importantes de mi corazón. Amor sincero, sin magia, sólo sentimientos que nacieron de cada palabra, cada caricia, cada detalle, cada momento y cada «te amo» que salía de manera sincera de nuestros corazones. No imagino mi vida sin él ahora.

Destino del corazón © •|TERMINADA|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora