17. Espacio personal.

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Sentí un dolor muy fuerte en mis piernas al levantarme, al igual que en la parte trasera de mi cuerpo, los nudillos habían adquirido un color menos morado de cómo se veían ayer y al parecer haberme empalmado en la parte de mis tobillos no funcionó porque los patines terminaron dejando marca.

Mi reloj marcaba las nueve de la mañana y Kyle vendría en una hora o menos.  Cuando pasé frente a un espejo quedó claro que yo debía de darme un buen baño para encontrarme en una manera presentable, aunque no tenía una idea clara de lo que quería decirle a Kyle. Obviamente no le iba a soltar la idea que tenía hace unas horas.

Abrí la regadera mientras me desvestía y ya estaba saliendo vapor, pero cuando me metí el agua no la sentía lo suficientemente caliente porque mi cuerpo estaba muy frío, así que no me pude relajar como yo lo tenía planeado.

Me volví a vestir en unos shorts y una blusa de tirantes, y sin desenredarme el cabello me hice un molote totalmente despeinado.

Fui a mi cocina para ver que podía ofrecerle a Kyle de desayunar, y le preparé huevos fritos con panes tostados. También había en mi refrigerador yogurt y un poco de fruta picada. Puse a calentar agua para un café y también bajé las cajas de cereales. No es que quisiera ofrecerle un buffet pero no tenía muy en cuenta sus gustos y sería muy feo ir a visitar a alguien y no comer a gusto porque no tienen las comidas que te gustan.

Cuando volví a mirar mi reloj marcaban veinte a las diez. Fui a mi sala y me tiré en mi sillón quejándome. Estaba segura que esa era la última vez que me ponía unos patines, definitivamente no eran lo mío.

Tomé mi celular y me puse a jugar en él mientras escuchaba música. Max anoche que se había ido no mencionó de venir hoy y tampoco me ha mandado un mensaje avisando si vendría. Me entró la preocupación de que llegara a venir estado Kyle aquí, y no es por lo que hiciera o no con Kyle, porque sabe que somos amigos, pero con el sólo hecho de que no se puedan ni mirar, no sé qué podría esperar si Max lo encontrara desayunando conmigo.

Tocaron el timbre de la casa y me levanté a abrir.

Kyle no estaba en sus mejores ropas. Venía con una pantalonera un poco ancha, una playera igual y su cabello ligeramente despeinado. Parecía como si apenas se hubiera levantado.

–Había olvidado que nuestro desayuno era a las nueve. –Dijo cuando leyó la expresión de mi cara.

–Sí, buenos días también, Kyle. –Hice una seña con mi mano indicándole que pasara.

Kyle soltó un bufido de alivio mientras pasaba. –Buen día, Leyla.

–Entonces te acabas de levantar. –No lo pregunté, lo afirmé. Y al ver que Kyle no decía nada, me lo confirmó.

–¿Qué tal estuvo su salida ayer?

–Estuvo genial. Fuimos a la pista de hielo.

–No sabía que sabes patinar.

–No sé patinar. Ayer no salí del suelo, en una de las veces me llevé a Max conmigo, eso de patinar no es lo mío.

Pasamos a la cocina mientras él se sentaba en la mesa.

–Hice huevos, tostadas, hay yogurt, fruta y cereal. ¿Qué quieres?

–Cereal está bien.

Abrí una de las puertas que estaban en la parte de la lacena para tomar un plato, vertí el cereal y la leche, y los dejé frente a él.

–¿Voy a desayunar sólo?

–Es un poco temprano para mí, no comeré hasta más tarde.

–Bien. –Hizo una mueca de desacuerdo pero siguió comiendo. –Respecto a nuestra pelea de ayer… quiero pedirte una disculpa, como dices, no tengo porque meterme en tu opinión acerca de Max. La forma que tú tienes de verlo es distinto porque él te trata distinto y…

Otra vida fuera de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora