27. Una sonrisa tonta.

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Silencio. Era lo que rodeaba el ambiente.

Un leve dolor en mi cabeza, incomodidad en mi cuerpo, mucho calor y muy pesados mis párpados. Así me sentía yo. Intenté girarme para tener un poco más de comodidad, sentí algo duro y caliente a un lado mío, sentía molestia y lo empujé con tanta fuerza de la que fui capaz y… ¡zas!

–Joder. –Se escuchó un respingo cuando ese algo cayó.

–¡Hey! ¿Qué pasa? –Y ahora ese algo hablaba… pero esas dos voces, yo las conocía, ¿Pero de dónde?

Abrí mis párpados con todo el pesar del mundo y analicé el lugar donde me encontraba. Era una sala. Era la sala de la casa de Kyle… y yo estaba en un sillón.

Bajé mi mirada hacia el lugar de mi cuerpo donde sentía más molestia, mis piernas. Y ahí estaba Mariele, echa un pequeño ovillo intentando caber del todo en el gran sofá, vaya, al menos alguien dormía plácidamente. Giré un poco mi cabeza, con gran pesar, hacia donde había caído el algo, para encontrarme con una escena totalmente graciosa, Kyle había caído encima de Esteban, quien estaba boca abajo y ahora quejándose de un gran dolor en su espalda.

Intenté evitar reírme antes de hablar. –¿Estás bien, Esteban?

Esteban hizo una mueca de dolor y luego miró como pudo el cuerpo que yacía sobre él.

–Si Kyle retirara su cuerpo de encima de mí estaría un poco mejor.

–Si Leyla no me hubiese empujado, te apuesto que no estaríamos en estas situaciones.

–Y si tú no hubieras dormido tan encima de mí, no te hubiera empujado.

–Bueno, tampoco es que hayamos dormido en un lugar extremadamente grande.

–Pues bien pudiste haber dormido en el suelo con Esteban.

Kyle iba a seguir protestando pero las quejas de Esteban nos obligaron a callarnos.

–Me importa un comino cómo hayan dormido. Tú Kyle, si no retiras tu jodido cuerpo de mí, te haré sentir el dolor que estoy sintiendo ahora por tenerte arriba de mi espalda.

Kyle y yo nos miramos simultáneamente con un interrogatorio palpable: ¿Qué mosca le picó? Porque Esteban no era de aquellas personas que estallaban en un dos por tres. Había que picarle mucho la paciencia para poder lograr que él reaccionara así, de hecho, él era mucho más pacífico que yo. A mí sí me colmaban la paciencia de volada.

Con mucho pesar, Kyle rodó sobre sí mismo hasta quedar depositado en el suelo, a un lado de Esteban y luego volvió a cerrar los ojos.

Mis párpados seguían pesando un montón así que copié la postura de Kyle y también cerré los ojos, me encontraba dispuesta a dormir.

–¿Por qué tengo que tener unos amigos totalmente ruidosos en un… domingo de resaca? –Se quejó Mariele a mis pies, que comenzaba a moverse como un gusano y eso a mí me estaba molestando, quería dormir.

–Mariele, si no te dejas de mover, me encargaré de que tú también termines en el suelo así como lo hice con Kyle. –Amenacé con los ojos cerrados.

–Y no te conviene que pase eso. –Se quejó Kyle desde el suelo.

Y nuevamente volvía a estar en silencio la sala. Podíamos aliviar nuestros síntomas de resaca y pesadez volviendo a dormir, claro, si es que se pueden aliviar así. Sentí como me volvía a ganar el sueño cuando sonó el teléfono.

–Kyle… –Me quejé, no quería abrir los ojos. Tenía mucho sueño.

–Ya voy, ya voy.

Tenía la curiosidad de saber qué hora era, aunque por la manera en la que entraba el sol por la ventana podía apostar que ya pasaba del mediodía, normal, alguien que se duerme después de las cinco de la mañana no iba a madrugar.

Otra vida fuera de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora