29. Te quiero.

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El beso terminó de la misma forma en que comenzó pero yo no perdía de vista el rostro de Kyle quien me miraba a los ojos y tenía una sonrisa pintada.

Alcancé a escuchar un silbido pero ni giré para ver quien había sido, no podía despegar los ojos del rostro de Kyle y ahora sentía toda mi cara arder, y tenía mucho calor.

–Eh… yo… yo… am… yo… –¡Genial! Ahora me encontraba balbuceando. Cerré los ojos y decidí también cerrar la boca. Esto no me estaba llevando a nada bueno.

–¡Dios mío! Creo que yo mejor me retiro. –Alcancé a escuchar la voz de Mónica. Para ese entonces yo ya estuve saliendo de mi trance.

–Kyle… yo… yo lo siento mucho, ¿está bien? No quería que esto pasara, fue error mío y de verdad lo siento muchísimo.

Él frunció el ceño y arrugó la nariz. –¿Te disculpas porque nos dimos un beso?

–Pues sí, por eso lo hago.

Kyle puso distancia entre nosotros nuevamente y soltó mis manos.

Miré a todas las direcciones en busca de alguien que nos haya visto pero fue como si nunca hubiera pasado y la única testigo de esto fuera Mónica y… ¿Max?

Apenas topé mi mirada con él y la bajé avergonzada, ahora ha de estar pensando lo mismo que yo pensé de él, que esto ya lo había superado y cuanta cosa más. Aunque tampoco es que me importara mucho, bueno, me importa tal vez un poco, y justo acabando de llegar Esteban a la mesa.

Me senté al lado de Kyle quien me miró de manera indiferente, ¿Ahora se indignó? Puse los ojos en blanco y decidí concentrar toda mi atención a Esteban.

–¿Me he perdido de algo? ¿Y el piojo oxigenado? ¿Ya se fue?

–No, que va. La tienes sentada justo a un lado de ti. –Le dije llena de ironía.

–Leyla, a ti no se te dan los chistes, deja de hacer eso.

–Fue sarcasmo, imbécil.

–¿Y a Kyle que mosco le picó?

Kyle puso toda su atención en Esteban y después me miró a mí antes de hablar.

–Pues, parece que a alguien no le ha gustado que le dieran un pequeño y corto beso.

–Pero si yo te lo di a ti. –Me exalté. –Y no dije que no me haya gustado, deja de poner palabras en mi boca, Kyle. Simplemente que fue un accidente, ¿Bien? Por eso me estoy disculpando. ¿Por qué siempre tienes que decir las cosas como tú las interpretas y no como en realidad son?

–¿Entonces si te gustó? –Preguntó, formando una gran sonrisa en su cara.

–No voy a contestar a eso.

–Ah, entonces se besaron. ¿Por eso Mónica ya no está aquí? Que buena forma de correrla.

–Pero nadie la corrió. –Hablé aún exaltada.

–Necesitas un medicamento anti-estrés urgente, mi querida enana. No veo la necesidad de estar gritando por todo, ¿Te caíste de la cama esta mañana que te hablé? ¿Estás enferma? ¿Te traigo algo de comer? ¿Algún antojo? –Preguntaba Kyle mientras ponía su mano en mi frente y tocaba ambas mejillas. –Debes estar enferma. –Aseguró mientras acercaba más su rostro para mirarme los ojos. –Estás caliente y tienes la cara muy, muy roja. ¿Te llevo a la enfermería?

Por un momento sonreí como una idiota al ver todas las preocupaciones que tenía Kyle por mí. Aunque todas sus atenciones eran, hasta cierto punto, algo exageradas.

Otra vida fuera de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora