Juro que no recordaba haber tenido un plazo de tiempo en donde tuviera mi cabeza ocupada, porque la semana en que fui y vine de la escuela utilicé el tiempo para pensar mucho y organizar sentimientos, sí es que eso me pudo haber sido posible.
Tenía muy en claro el tema de Max. No funcionamos, no tuvimos ese sentimiento que debimos haber tenido, ese que mantiene a las parejas unidas y aunque ambos tuvimos claro eso, también tenía claro que no podíamos ser amigos.
No podíamos porque tuvimos una historia y ya no íbamos a poder relacionarnos igual, -ni igual ni de ninguna otra manera- y aunque todo esto era completamente triste por el hecho que de ahora mismo estaba perdiendo una gran amistad “por testaruda y adelantada” pronto podría superarlo como por lo visto, él lo ha estado haciendo.
Y eso me agrada, demasiado. Digo, tampoco esperaba a que él se la pasara las noches en vela esperando a que, por lo menos, alguno de los dos decidiera llamar y decir “vamos a intentarlo, nosotros podemos” porque como personas maduras que nos consideré a ambos supimos que eso ya no iba a poder ser. Triste pero cierto. Tampoco me sentía cómoda con la idea de tener que mirarlo a los ojos, porque aunque dije que ya tenía el tema en claro no podía dejar de sentir esa vergüenza de saber que estuve siendo una hipócrita a su lado. Pero bueno, también no era tan pesimista como para no esperar que algo bueno pudiera salir de las cosas que había pensado.
Ian llegó un momento de mi vida, que aún intento recordar cuál fue, donde dejé de tomarle la importancia que le estaba tomando, porque llegó cierta persona a alborotar todo, entre ellos el tema de Ian y tenía que agradecerle a cierta persona por haber hecho que mis pensamientos siguieran estando con él.
Pero cuando me detuve a pensar en Kyle, había perdido cualquier argumento malo a él. No estoy diciendo que Kyle fuese perfecto porque no lo es y eso ya se sabe de ley, pero esos defectos hacían mi vida diferente. Quiero decir que, si él no fuera como es, loco, divertido, egocéntrico y cuanto más, no haría corajes.
Entonces si no hiciera corajes seguiría estando más concentrada en los dramas de los libros que leía porque mi vida no tendría drama –Y que en un tiempo no lo tuvo– y no sabría que son las mortificaciones, no sabría nada de nada.
Y luego venían sus virtudes, porque él era un adolescente normal, no tenía una esencia que dijera que viene de otro planeta, pero si tenía esa virtud de hacerte sentir bien, esa pequeña cosa que era tan él, que siempre estaba bien sin importar que…
Y me frustré porque ni yo misma sabía que estaba diciendo. Estaba diciendo una sarta de palabras que se enredaban a lo mismo, nada.
Kyle era Kyle. La persona a la cual yo le había tomado un cariño demasiado especial para mi gusto, no estaba enamorada, claro que no. Pero sí sabía que sentía por él eso que no había sentido por alguna persona como pareja, estaba con ese sentimiento en mí. Ese sentimiento que yo sentía debió estar presente para lo de Max, pero jamás estuvo. Y ahora está con la persona que tanto me colma la paciencia. Kyle.
No pude pegar el ojo en toda la noche porque estaba pensando y mucho. Lo peor era que no quería pensar, quería dormir pero todo me era inevitable. Como si mi mente dijera, “tengo cosas que mostrarte” y mi cuerpo dijera, “pero yo quiero dormir”, y por más que quise obedecer a mi cuerpo, mi mente actuó.
Cuando sonó la música de la alarma en mi celular, lo apagué con la intención de dormir un poco más. No tenía la intención de faltar a la escuela, pero si quería dormir más. A parte, me acababa de despertar y era más fácil tomar el sueño nuevamente.
Giré en la cama al lado contrario de la ventana y escondí mi cabeza bajo las cobijas, sintiendo el calor de las mismas en todo mi cuerpo. ¡Esto es vida!
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Otra vida fuera de la rutina
Teen FictionImagina que tienes 17 años de tu vida donde llevas marcando tu rutina y un día parecido a cualquier otro, un proyecto de escuela te hace involucrarte con la persona que es totalmente diferente a ti y es capaz de deshacerse de la vida marcada que tie...