18. Piojo oxigenado.

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–¿Y qué tal si vamos a acampar otra vez? –Propuso Esteban con una sonrisa de un chiquillo.

–Las albercas no son mala idea, a parte no creo que me dejen volver a estar fuera de casa. –Comentó Mariele, y asentí a su punto, yo tampoco creía posible que me otorgaran tantos permisos.

–¿Albercas? –Intervino Kyle.

–Albercas será. –Concluyó Max.

Después de la charla que tuvimos Kyle y yo, y el pequeño “accidente” que pasó con mi yogurt en mi boca, traté de mirar lo menos posible a Kyle, no me espantaba él, me espantaba lo que sentí en aquel momento. ¿Por qué el miedo? No tengo ni la menor idea, pero el punto es que evitaba estar mucho a su alrededor.

El lunes que tocó ir a su casa, mantuve la cabeza gacha lo mejor que pude, sabía que era la cosa más rara que había hecho pero era mejor a volver a sentir aquello. Kyle me preguntó que si qué me había pasado pero yo sólo le contesté que estaba concentrada en terminar el trabajo, vaya que ya ni le estábamos haciendo mucho porque lo estaríamos terminando antes de tiempo.

Hoy miércoles, estábamos tratando el asunto que me había propuesto Kyle acerca de volver a salir todos juntos para conocer más a Mónica, la que se encontraba sentada en nuestra mesa, y lo ha estado haciendo desde que inició la semana.

Se ha mantenido muy pegada a Kyle, parece un piojo oxigenado, pero nadie le dice nada, si Kyle la quiere, nosotros-aunque no queramos-la respetamos. Aunque tampoco nos ha dirigido la palabra más que un simple saludo y una despedida, no ha abierto la boca ni siquiera para ponerse de acuerdo en cuanto a donde vamos a ir.

–¿Y cuándo iremos? –El piojo oxigenado se ha dignado a abrir la boca.

–Este fin de semana. –Le contestó Kyle. A veces se le veía cara de fastidio, pero era comprensible, tener a alguien pegado a tu brazo sin permiso de tomar aire me haría perder todos mis estribos. Tenía tanta suerte de que Max no fuera así.

–Entonces iremos el viernes a comprar las cosas para ir el sábado.

Todos nos miramos entre nosotros y luego la vimos a ella, pobre ingenua, somos responsables total y haremos las compras el mismo día que vayamos allá.

–Creo que es buena idea…

–Pero será mejor ir en la mañana del sábado antes de llegar a las albercas. –Concluí yo.

–Yo estoy de acuerdo contigo. –Me apoyó Max mientras depositaba un leve beso en mi cabeza.

–Yo también estoy de acuerdo con los tórtolos. Supongo que Esteban ni se queda atrás. –Habló Mariele. Cuando me miró la fulminé con la mirada. –¿Qué?

–Sí, en definitiva los apoyo. –Dijo con una sonrisa Esteban.

–Lo siento Mónica, pero mayoría manda. El sábado por la mañana vamos y compramos todo.

–Pero Kyle, vamos a perder tiempo.

–Tiempo tendremos de sobra.

Todos disimulamos una risita ante su voz de “pero si se hace lo que yo digo” cuando Kyle le dijo todo lo contrario. Tenemos una amistad democrática, somos geniales.

Como ya habíamos asentado ese tema, seguimos hablando de cosas de la vida, y de lo que haríamos cuando termináramos la preparatoria. La mayoría tenía planeado irse de aquí, y cuando me preguntaron no respondí. Aún no sabía que quería hacer, si entrar a la universidad de aquí o irme. Eran planes que debería consultar primero con mi mamá, tampoco quería dejarla sola.

Otra vida fuera de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora