26. Refresco en mano.

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No recordaba hace cuanto no me levantaba de mal humor, pero en estos momentos me encontraba con la cara de “mírame y no me toques”. Yo quería estar acostada en mi cama y no andar con un carrito de supermercado vagando por los pasillos en busca de las cosas para la gran fiesta de Kyle esta noche.

–¿Puedes quitar esa cara que tienes, por favor?

Miré a Kyle con ojos de muérete, los achiqué en su dirección y presioné mi dedo índice en su pecho. –Pues que te den, porque esto es lo que hay.

–Haber, dime algo Leyla, ¿Por qué amaneciste de tan mal humor?

–No sé, sólo se me ocurre que alguien me llamó a las ocho de la mañana diciendo que era necesario ir en una hora al supermercado a comprar las cosas para su fiesta y no me dejó dormir.

El ceño de su cara se frunció y su nariz se arrugó por un pequeño instante. –Si no querías acompañarme, sólo lo hubieras dicho, no es necesario que te pongas en este plan.

Froté mi cara con desesperación, ¿No entendía que el problema no era acompañarlo, sino levantarme temprano?

–Kyle, hubiera estado feliz aquí comprando las cosas si tú ¡No me hubieras levantado temprano! ¿Por qué razón no  pudiste esperar si quiera hasta la una de la tarde?

–Necesitamos dejar todo listo.

–Haber Kyle, si a tu fiesta asistieran personas civilizadas y tranquilas que van a hacerle caso a toda esta comida que llevas en lugar de tantas cervezas y vino que mandaste a pedir, hasta a las cinco de la mañana me hubiera levantado si fuera necesario, pero te recuerdo, no le harán caso a lo que les des de comida.

–Pero aun así debo prepararles algo como aperitivo.

–Preferiría estar en tu casa limpiando el lugar donde va a estar tanto adolescente borracho, para quitar esas pertenencias que tus papás tanto aman, no creo que duren.

–Eso lo haremos saliendo de aquí.

–Lo que quiero hacer saliendo de aquí es tocar mi almohada, tengo sueño Kyle. Anoche no pude dormir y tú no ayudas en mucho eh.

Kyle rio por lo bajo y siguió empujando el carrito mientras echaba lo que creía necesario para la velada. A menos que tuviera preparado otra cosa para cuando echara a los intrusos, pero lo dudo.

Cuando llegamos a su casa, con toda la confianza del mundo subí a su habitación ignorando cualquier cosa que me hubiera dicho, deshice la cama y me acomodé. Me puse mis audífonos y me quedé dormida. Me había programado un reloj mental, contando que llegamos a las once a su casa, podía dormir hasta la una y como ya andaba lista, sólo era ayudarle a Kyle a terminar de recoger.

Los primeros minutos antes de quedarme dormida, estuve alerta por si se abría la puerta del cuarto de Kyle y entrara éste moviéndome violentamente para así evitar que me durmiera, pero no fue así.  Al final de cuentas había tenido piedad de mí dándome permiso de dormir un momento más.

Y es que no pude dormir anoche porque me quedé pensando en Max y lo que me había dicho, ¿Había dicho que lo nuestro no estaba funcionando desde el principio? Entonces ¿Por qué decidió avanzar? ¿Por qué si él vio lo que los demás vieron quiso seguir?  No había tenido una ruptura antes y haberla tenido ahora me hacía sentir, primero que nada, como una mala persona, ¿Qué me había faltado?

“Haber hecho lo correcto y expresar lo que en verdad había sentido”

Era cierto. Si no me había atrevido a decirle un “te quiero” era porque no lo sentía. Ni siquiera los besos que había sentido al principio de nuestra relación los sentía igual conforme íbamos avanzando. Tampoco la pequeña corriente eléctrica que subía por mi columna cuando nos tomábamos de la mano y que no era necesario tener entrelazadas nuestras manos, yo sentía algo. Pero era como toda magia que llega a desaparecer en algún instante.

Otra vida fuera de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora