Capítulo 3

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Rose

Al día siguiente.

Estaba en mis casillero cuando veo que se me acerca Patrick.

- Hola Pat.

- Hola. Ayer desapareciste, te estuve llamando toda la tarde.

- Estaba estudiando.

- ¿Para que? - pregunta confundido.

- Estaba viendo un poco el tema de la universidad.

- Rose tómatelo con calma. Somos jóvenes, tenemos que disfrutar un poco. -suspira - Pareces mi padre.

- Ya que lo mencionas, trabajaré con el.

- ¿¡Que!?

- Si, tengo que hacer unas pasantías educativas y me tocó trabajar en la empresa de tu padre.

- Mala suerte la tuya. Eh oído hablar que mi padre es el Grinch.

Río - No creo que sea tan malo, soy amiga tuya me tendrá un poco de compasión.

- Mi padre no conoce la compasión, no conoce ningún sentimiento bueno.

- No exageres.

- Ro, no hay micrófonos, no tienes porque defenderlo.

- No lo defiendo, es que me parece extraño que alguien no tenga sentimientos buenos en su interior. Talvez el no los demuestra.

- Rose es mi padre, lo conozco. De niños no nos daba ni una palmadita en la espalda, ni siquiera con Jane que se supone que tiene que ser "la nena de papá". Jamás un te quiero, o estoy orgulloso de tí, o feliz cumpleaños - dice enojado - Y de mi madre ni hablemos, mucho menos.... No todos tenemos la suerte de tener padres como los tuyos.

- Lo siento.... - digo apenada.

- No tienes por qué, solo no te fíes de mi padre.

Sabía que los padres de Patrick no eran muy afectuoso, pero no sabía que le eran tan indiferentes a sus hijos.

****************

Después del colegio llegó hasta la dirección que me dió Robert.

Quedó parada enfrente de un enorme edificio muy lujoso.

Arriba de la gran puerta de cristal había unas letras en cursiva que decían: "Wallace & Co."

Entro y me acerco a la recepción.

- Hola, buenos días - digo a la señora que estaba sentada detrás del escritorio.

- Niña ya no se hacen visitas guiadas con los colegios - dice sin levantar la vista del monitor de la computadora.

- Vengo a ver al Sr Wallace.

- El Sr Wallace se encuentra muy ocupado, no tiene tiempo para atender a colegialas.

- Estoy acá por el puesto de secretaria.

Me mira - ¿Enserio? - dice. No me cree. - Niña, no me hagas perder el tiempo. Si quieres tener una aventura con un millonario búscate a otro y déjame trabajar.

- ¿¡Disculpe!? - digo molesta - Es usted muy mal educada y odiosa.

- ¿Como dices? - dice sería.

- Lo que escuchó.

- Llamaré a seguridad.

- Adelanté, la reto.

Levanta el teléfono y marca un número, cuando veo una mano que apreta la tecla de cortar la llamada.

- No será necesario Nora, la señorita está conmigo. - dice Robert.

Una Cuestión de EdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora