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Rose

Era de noche.

Toco el timbre y a los segundos abren la puerta.

- Rose – dice Patrick con una amplia sonrisa, baja la vista hacia mi derecha. – Hola Gus, ¿me recuerdas?

- Si – responde sonriente Gus – Pat.

- Así es, pasen – dice y entramos.

Era un loft muy grande y espacioso. Había cuadros y fotografías por todos lados.

- A Ian sí que le gustan los loft

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- A Ian sí que le gustan los loft. – digo.

- Tiene uno aquí, uno en Newport y uno en Barcelona.

- Son grandes para poner mis cosas, además de muy luminosos – dice Ian viniendo desde la cocina.

Me abraza y sigo su abrazo.

- Es hermoso, me encanta. – digo, miro a Patrick - ¿Por qué no te quedas aquí?

- Alguien tiene que asegurarse de que mi padre no se baje todas las botellas de whisky del mini bar en una noche.

- Quien diaria que Patrick terminaría siendo la niñera de su padre. – dice divertido Ian.

- ¿Acaso no tienes una comida que inspeccionar ricitos? – dice Patrick.

- Lo tengo todo controlado. – dice, ve a Gus. – Tú debes ser Gus, yo soy Ian.

- Hola Ian – responde sonriente.

- Eres encantador. Sin duda eso no lo saco de quien tú ya sabes. – me dice un poco más despacio. – Pónganse cómodos, la cena ya casi esta – se va hacia la cocina.

- ¿Puedo mirar por la gran ventana? – me pregunta Gus.

- Si, pero no toques nada. – digo. El asiente y corre hacia la amplia ventana.

Miro a Patrick, el miraba a Gus con ternura, me mira.

- Es un niño asombroso. – dice.

- Lo es, es lo único bueno que he hecho. Es como encender una vela entre tanta oscuridad.

- No eres mala Rose.

- Traicione a mi amigo y todo para tener una aventura con su padre.

- Sabes tan bien como yo que no fue una aventura, significo algo, para ambos. En su momento no supe entenderlo, pero ahora sí, uno no elige de quien se enamora.

- ¿Pero qué sentido tuvo? Te perdí a ti, a Ian, a mi madre, a mi hermana, a el...

- Pero nos recuperaste. – dice Ian acercándose con dos copas en sus manos, una me la da a mí y la otra a Patrick. - ¿O no? – agrega mirando a Patrick.

Patrick lo miraba a Ian, pero dirige su vista a mí.

- No voy a perderte dos veces. - dice. – Ni a ti, ni al pequeño. – mira a Gus, quien seguía mirando por la ventana con su inseparable "pepe grillo" en la mano.

Una Cuestión de EdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora