Capítulo 6

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Rose

Luego de entrar a mi habitación me saco los zapatos altos, me desató el cabello, tomó mi celular y me siento en la cama. Tenía algunos mensajes de Patrick y de Ian, además de un montón de llamadas perdidas de mi madre y mi hermana. Marco el número, a los segundos atiende.

*Llamada*

- Mamá....

- Rose - me interrumpe - ¡Estaba tan preocupada!. Creí haberte dicho que me llamaras apenas bajabas del avión, sin importar el horario.

- Lo siento mamá, con la emoción de haber llegado y los nervios de la reunión me olvidé por completo.

- ¿Como estuvo la reunión?, ¿No lo habrás estropeado?

- ¡Gracias por la confianza mamá! - digo sarcástica - si lo hubiera estropeado no estaría hablando contigo en estos momentos, ya que mis pulmones estarían llenos de agua.

- ¡Rose Elizabeth! - dice mi madre escandalizada - ¿¡Como vas a decir eso!?

- Es la verdad, con lo exigente que es el Sr Wallace....

- Debes estar agradecida por la oportunidad que te dió, ¿sabes lo bien que va a quedar para tu currículum?

- Si, lo sé, lo sé.... Mamá tengo que colgar, tengo que prepararme para esta noche que hay una cena.

- Está bien cielo, cuídate.

- Adiós mamá - corto.

*Fin de la llamada*

La verdad es que tengo tiempo de sobra pero no tenía ganas de seguir hablando. Mi madre y mi hermana son muy obsesivas con el tema de la universidad, sé que es importante tener una buena educación para el futuro y eso pero a veces me pregunto si eso me va a hacer realmente feliz.

Veo toda la gente que me rodea y no evitó preguntarme cuantos de ellos son realmente felices; con sus casas lujosas, sus sirvientes, todos sus autos brillantes, su ropa de marca. ¿Eso es realmente la felicidad?

Yo tengo otro concepto de felicidad.... ¿Acaso la felicidad no es despertar al lado de la persona que amas? Verle reír y sonreír, tomar juntos un café por la mañana, bailar hasta no dar más, escuchar la risa de tus hijos, sentir el sol en tu piel o la lluvia, disfrutar noches en casa con​ amigos de verdad, llegar a tu hogar después de un largo día. Todas esas cosas sencillas y cotidianas que hacen de la vida algo maravilloso.

Seguia metida en mis pensamientos filosóficos cuando el sonido de la puerta me trae a la realidad. Me paro y abro. Me sorprendo al ver a Robert.

- Sr....

- Siento como actúe hace unos minutos - me interrumpe. Ahora estoy más confundida, el nunca pide perdón.

- No tiene porqué disculparse, yo talvez me desubique.

- No, todo lo contrario.

- Está bien.... Si usted lo dice.

- Si. - se da la vuelta - Nos veremos después - cuando estaba por cerrar la puerta veo que se vuelve a mi - ¿Le gustaría que vayamos a recorrer la ciudad?

- ¿Lo dice en serio?

- ¿Tu que crees? - dice sarcástico.

- Me encantaría, déjeme cambiarme de ropa.

- Te esperaré en la recepción, si no bajas en 10 minutos me iré sin ti - se va.

Suspiró. Este hombre es exasperante, no pude ser amable por más de dos minutos. Cierro la puerta y busco rápidamente un jean, una remera y mis zapatillas, me ato el cabello y bajo.

Una Cuestión de EdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora