Capítulo 4.

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— ¿Quieren jugar?




 No sé qué hacer. No creo poder dormir porque en la mansión hay de todo, menos silencio. Tampoco quiero irme porque sé que Zoa está disfrutando el bullicio; además, cuando se llega a una fiesta con una persona, se retira de la fiesta con esa persona.

Me quedo mirando el marrón oscuro que cubre el biscocho. La habitación que elegí para comerme la torta e intentar dormir es la que compartí con Ivanov.

¿Qué carajo había pasado hace unos minutos atrás? ¿Por qué Olexei me tropezó? ¿Por qué no me pidió disculpas? ¿Por qué se enfrentaron cuando son amigos? ¿Por qué el que tiene una reputación de mierda se había negado a soltarme? ¿Por qué, en primer lugar, se burló de mí? ¿Acaso tengo cara de payasa?

Cierro los ojos sintiendo frustración. No quiero que él se acerque a mí, no quiero que ni siquiera me mire. Muchas cosas se dicen de él y la mayoría él mismo las confirmó: falta de respeto, buscador de problema, impulsivo, burlón. No quiero cerca a una persona así porque soy todo lo contrario a él: mientras menos me haga notar, mejor para mí; odiaba ser el centro de atención. ¿Para él no es suficiente con hacerse notar llevando el físico que tiene?

El apetito se me va. ¿Cómo es posible que los directivos de la universidad no hicieran nada respecto a la actitud de ese tipo?

Él ya montó su atención en mí y eso me inquieta, porque de seguro se tomará el atrevimiento de molestarme hasta llevarme al punto de tomar medidas como en planta baja de la mansión. No me gustaba que se metieran conmigo, y cuando lo hacían dibujaba una raya que decía con claridad: no me jodas.

Pero con ese tipo es diferente, sé que no es de las personas que con facilidad dejaba las cosas a la primera advertencia.

Él es raro y no quiero descubrir qué tipo de extrañeza reside en su interior. Pocas veces coincidíamos en los espacios de la universidad y cuando nos tapábamos él estaba haciendo algún alboroto sólo con su presencia.

Y no, gracias; no quiero eso: no quiero que me señalen por estar siendo molestada por él, no quiero que me relacionen de ninguna forma con él. Y si eso conllevaría alejarme de Ivanov y de Venka, lo haré gustosa porque ante todo estaba mi salud mental, mi paz.

Miro hacia ningún punto en concreto. ¿Debo quedarme en la habitación o bajar? ¿Zoa estaría bien sin mi presencia? Me había largado sin decirle para dónde iría, pero si bajo estaría en la misma zona que Olexei y eso disparaba mis nervios, puesto que no sé con qué saldría.

Suelto una exhalación sonara; debo bajar. Tengo que hacerlo porque no puedo desaparecer sin avisar a mi amiga, no puedo dejarla sola. Por mucho que ella se encontrara en ambiente, Zoa llegó conmigo a la fiesta, por lo tanto, debo asegurarme de que tuviera la confianza en que no la dejaría sola por nada. Además, necesito alcohol; con el alcohol se piensa menos.

Me levanto de la silla para encaminarme de nuevo al festejo. Salgo de la habitación, camino a las escaleras con forma de caracol y bajo los escalones. Ahora es que queda noche para más celebración.

Me muevo entre las personas que bailan sin hacerle caso a nadie. De lejos veo cómo Zoa estaba en medio de Olexei y un chico que está conversando con ella. Los muchachos que estuvieron en el espacio antes de que llegara Olexei con compañía, ya no se encontraban allí. Ahora el lugar tenía un ambiente privado.

Mientras me acerco veo bolsitas vacías de cocaína, un par de billetes esparcidos, una botella de Vodka por la mitad, los cigarrillos eléctricos sin usar y el narguile apagado.

The Perfect Combination. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora