Capítulo 17.

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—Deja de mandarme, hijo de puta.

—En la cama eres más pasiva.



Adivinen de quién es este fragmento de conversación del capítulo *inserte emoji de la carita con los ojos volteados*







No sé por cuánto tiempo estuve inconsciente, ni qué fue lo que sucedió durante todo ese tiempo; pero mi cerebro se volvió activar por el sentido del aroma. Humo de cigarro para ser más específica, fue lo que impulsó a mi conciencia a volver. Lo siguiente que obligó abrir mis ojos, fue mi sentido del tacto: una mano está envolviendo la mía con suavidad, como con temor a hacerme daño.

—Volvió.

Esa voz, como si fuera droga, hace que mis neuronas despierten de inmediato. Y ante mi vista se levantan unos ojos oscuros con el ceño fruncido: Ivanov.

—Tomaste tu tiempo en despertar, ¿no?

Mis ojos bajan sin mover la cabeza a la otra presencia dentro de la habitación: Olexei.

— ¿Qué prend... —Me sorprendo por lo ronca que suena mi voz. Tengo que carraspear para que se aclare— ¿Qué pretendes, hijo de puta? ¿Qué me despertara cuando estaban abriéndome el hombro?

Una sonrisa eleva sus comisuras y asiente. Frunzo el ceño porque pienso que está respondiendo a la pregunta que le hice, pero dice:

—Sigue siendo ella —El tono satisfecho no pasa desapercibido— Traeré comida.

Y me doy cuenta que tiene un cigarro encendido en su mano.

—Tú quieres que yo muera —Confirmo mirándolo con el ceño fruncido—. No quieres graduarte como analfabeta, pero actúas como uno. ¿Acaso no sabes que no se fuma en los hospitales y menos en las habitaciones de los pacientes?

—Pero tú no eres una paciente normal —Responde él con mofa y se da la vuelta para salir de la habitación.

Entorno los ojos hacia la puerta donde despareció.

— ¿Cómo te sientes?

Giro la vista a Ivanov. Tiene el cabello húmedo y su franela blanca está mojada en algunas partes.

— ¿Por qué estás mojado? —Le pregunto mirándolo.

—Acabo de llegar de la casa —Me responde— ¿Cómo te sientes?

— ¿Y Zoa?

—Estuvo aquí hasta hace poco.

Asiento y lo miro. Su mirada tiene esa pizca de firmeza que jamás se le quita. Sus cejas pobladas están medio fruncidas y su piel blanquita tiene un ligero rubor.

—Te ves precioso.

Mis neuronas tienen un corto circuito cuando suelto eso; pero, ya que. Además lo que dije es cierto, él siempre está bonito y no se me va a caer un brazo por admitirlo.

Él parpadea varias veces con sus ojos asombrados y una sonrisa sincera se forma en sus labios. La mirada le cambia: más relajada, más brillante; y sus cejas se relajan.

The Perfect Combination. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora