Capítulo 10.

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— ¿QUIÉN COCINA AQUÍ?

—TODOS.





ANABELLE.


Caminamos por el sendero que llega a la sala de la casa. Nos tropezamos con los chicos llamados Kesar y Yavok, los cuales, cargaban unas bolsas negras. Nos adentramos a la casa y miro cómo está ni un poco adornada para una fiesta; pero, claro, era porque se llevaría a cabo una reunión, no una fiesta. Lo único que acomodaron fue la barra: en ella estaban muchas más botellas de licor; y cambiaron los colores de las luces en algunas pequeñas lámparas redondas incrustadas en el techo.

Veo cómo algunos chicos están listos con sus vestimentas para la ocasión; tienen estilos diferentes pero el atractivo es el mismo.

Lo únicos que no están cambiados son: Olexei, Ivanov y el tal Kostya; los demás están tirados en el sofá, mirando la televisión, con sus pintas arrugadas por las posiciones en que se encontraban.

Ivanov está en una de las sillas del comedor, alimentándose de algo que parece bistec. Tiene sus cabellos un poco húmedos y se ve muy refrescado.

Él sube su mirada a mí y sonríe. Le devuelvo la sonrisa y me acerco a él, acomodando la tira de mi bolso en el hombro.

—Toma cualquier habitación libre —Ofrece—. Estás en tu casa.

Asiento mordiendo mi labio inferior al ver su limpiecita piel decorada con dibujos artísticos. Hago ademán de dar la vuelta para dirigirme a Zoa pero su voz me habla de nuevo:

— ¿Comiste? ¿Tienes hambre? —Pregunta—. ¿Quieres?

Veo como tiende el tenedor con un pedazo de carne. No tengo hambre pero tampoco iba a despreciar su gesto; así que, me acerco e intento quitarle el cubierto pero él lo aleja negando con la cabeza y vuelve acercarlo.

Lo miro por un segundo con un gesto de fastidio en mi rostro y formo con mis labios una línea recta. Ruedo los ojos, me acerco y bajo el rostro para que me diera de comer. Él sonríe y lleva el tenedor con cuidado a mi boca abierta. Presiono el tenedor entre mis dientes y alejo mi rostro, sacando el trozo de carne del cubierto.

— ¿Quién cocina aquí? —Pregunto sin evitar la curiosidad.

—Todos.

Me volteo a la voz ronca de Olexei. Él me mira, me guiña un ojo y luego se va para donde creo son las escaleras que dan a las habitaciones.

Quedo suspendida un momento por ese guiño para luego hacer una mueca que abarca en todo mi rostro. ¿Me guiñó un ojo? ¿Olexei? ¿Estaba de buen humor acaso? ¿Y cómo que todos cocinan en la casa? ¿A quién hizo referencia? ¿A sus amigos, padres, hermanos, novias, novios? 

Mastico el trozo de carne bien cocinado y sazonado, lo trago y me dirijo a Zoa. Ella está mirando el televisor por detrás del sofá donde los chicos están tirando con expresiones aburridas.

—Zoa —La llamo. Ella se voltea—, vamos —Muevo mi mentón hacia la pared que escondía, supongo, las escaleras que dan al piso superior.

En efecto ese muro ocultaba unos escalones que comenzamos ascender. Llegamos a un pasillo extenso: a la izquierda se encontraba un balcón amplio decorado con pequeños sofás, desde ahí se podía observar una parte de la casa vecina y el cielo en todo su esplendor; a la derecha, el pasillo está decorado con ventanales fijos en la pared izquierda y en la pared contraria estaban seis puertas de habitaciones con lo que parecía ser un pasadizo en medio de cada dos puertas.

The Perfect Combination. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora