Capítulo 28.

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CONTRA RELOJ





Tiempo ha pasado. 4 meses para ser exacta.

Ahora puedo caminar sin ninguna dificultad, y todo gracias al doctor que permaneció cuidando de mí.

Él ya no está.

Se fue estando consciente que no debía decir ni una palabra de lo que pasó.

No refutó, ni dio discusión. Él sabía que si algo raro sucedía, la primera persona en quién iban a sospechar sería él. Lo buscarían hasta conseguirlo, y el encuentro no sería muy grato que digamos.

Y no quiero que eso suceda. Estoy muy agradecida con ese doctor. Gracias a él ahora puedo tener plena libertad de mi cuerpo.

Por supuesto que los chicos le dieron una buena cantidad de dinero por sus servicios. ¿Cuánta con exactitud? No tengo idea.

En lo actual estamos relativamente bien. Sólo he vivido las cosas que para mí se han vuelto cotidianas:

Sexo.

Discusiones bastante fuertes.

Y algunos que otros golpes.

El pelinegro que una vez fue desconocido para mí, ahora vive en la casa; mientras que sus acompañantes sabrá Dios dónde se están alojando.

Egan se llama el pelinegro.

Que ahora está sentado justo frente a mí. Demasiado cerca. Con una sonrisa burlona.

—¿Por qué no podemos irnos aún? Ha pasado más de un trimestre del año, dimos tiempo a que te recuperaras, pero ahora no quieres mover tu culo de aquí.

Ruedo los ojos y mantengo mi boca cerrada. Con él no tengo nada que discutir.

—Los recuerdos de su mamá no dejan que mueva su culo de aquí.

Volteo la cabeza cuando la voz de Odessa suena.

Ella tiene ojeras demasiado pronunciadas. ¿Por qué? No es mi problema. Mi problema es lo que su boca soltó.

Está a un lado de Olexei. Intenta disimular que está allí porque no tiene nada que hacer, pero todo su lenguaje corporal expresa lo contrario.

Me levanto dejando a un confuso Egan.

—¿Para dónde vas?

Quedo parada justo enfrente de Odessa. Ella ya se levanta, preparada para lo que sea.

Saliva cae en su rostro. De mi boca.

Sus ojos se abren mucho. Suelta un grito mientras se abalanza a mí.

Caemos en el suelo. Sin embargo, antes de que comenzara la pelea, ella es alejada de mí como si pesara menos que una pluma.

Olexie la tira con fuerza al sofá y ella suelta un quejido de dolor.

—No hables del dolor ajeno.

Un silencio cae por unos segundos en la sala. Miro la expresión de la chica. Ella frunce el ceño con fuerza y al parecer quiere decir algo, pero su boca se mantiene cerrada. 

Ivanov toma mi brazo y ayuda a levantarme. Él se mueve hasta el sofá y tiene intención de que me siente en su regazo, pero el sólo imaginarme en esa posición estando en una discusión tan importante; me hace fruncir el ceño y apartarme para sentarme al lado de él.

The Perfect Combination. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora