Capítulo 5.

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— ¡Te estás acostando conmigo!




Está a punto de armarse un espectáculo y no estoy para esas mierdas.

Me dirijo al trigueño.

—Si puedo bajo en un momento —Le digo con una sonrisa forzada.

Él me ve con el ceño fruncido, sin entender qué estaba pasando.

—Él no se moverá de aquí.

Mi frente se arruga por su orden.

— ¿Es tu novio? —Pregunta el chico semidesnudo en la habitación.

—No.

—Sí.

Miro a Ivanov como si le salió otro ojo en la frente. Está tentando mis nervios.

—Me dijiste que no tienes novia —Demanda la chica al lado de él.

Sin voltearse para mirarla, manteniendo su vista en mí, le responde:

—Sí que la tengo. Ahí está —Hace un movimiento rápido con su mentón, señalándome.

—No seas cabrón —Escupo. Me vuelvo al trigueño, pidiéndole con la mirada que saliera de la habitación—. Si mi amiga pregunta por mí, dile que bajaré en un momento, ¿está bien?

Me observa por unos segundos, desconfiado; pero no le queda de otra que asentir resignado. Se encamina a la salida, pero de nuevo ese cuerpo más alto y fornido lo detiene.

Mierda, ¿pero qué le pasa? ¿Cuál es su problema?

— ¿Qué quieres con él? —Exclamo la pregunta, perdiendo la paciencia.

—Partirle los sesos.

Observo cómo el cuerpo del muchacho se tensa y su intención de irse se esfuma. Miro desde mi posición cómo ladea su cabeza hacia Ivanov.

Eso no sucederá, que le bajen a sus testosteronas porque ahí nadie se irá a los golpes.

—Hablemos nosotros dos —Le pido rápido a Ivanov—, ¿sí? Arreglemos las cosas.

Aunque no sé qué carajo arreglaríamos porque nada está fuera de lugar; pero para que deje ir al trigueño, que no sé su nombre, decido usar esa estrategia.

Ivanov no me mira, pero estoy segura que escuchó. Sin embargo, se acerca al chico quedando sólo a centímetros de distancia para advertirle:

—No te acerques a ella.

—Ella dejó claro que no eres su pareja.

Quiero darle buen un golpe por la cabeza a ese muchacho para que se largue de una vez de la habitación. Debe irse porque no quiero que se forme una revuelta. No hay necesidad de estar provocándose de esa manera, no existe un verdadero aprieto que los lleve a golpearse; no veo razón para hacerlo. No obstante, al parecer ellos piensan diferente, porque ahí están: tentándose con la intención de irse a los coñazos.

Eso me inquieta porque muchas veces fui testigo en peleas de Ivanov y en definitiva no quiero que se enfrente al trigueño; lo mejor es que ese chico se fuera por dónde llegó.

—Ella dijo que no eres su novio —La muchacha le habla a Ivanov, pero la atención de él está fija en otra cosa.

—Lo soy.

No hago caso a lo que dice porque sería como estar hablando con una pared si me ponía al nivel de él. Me acerco al trigueño para colocar una mano en su antebrazo y lo jalo un poquito hacia atrás, separándolo de la distancia que creó con Ivanov.

The Perfect Combination. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora