Capítulo 30.

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Observo a las personas: todas bien perfumadas, vestidas y comportadas. Como si estuvieran libres de crimen.

Un chico pasa con una bandeja llena de copas. Agarro una mientras le agradezco. Le doy una olfateada primero antes de tomar el primer sorbo.

No sé qué tipo de licor es, pero es sumamente suave. Acomodo mi vestido corto y holgado, y dejo la copa sobre la mesa.

Miro mis uñas pulcramente limpias y pintadas de un tono rosado pálido. Me mantienen cuidada y bien arreglada.

—¿Te gustaría bailar una pieza conmigo?

Escucho la pregunta demasiado cerca de mí y volteo la cabeza. El chico le hizo la pregunta a la chica que está a mi lado.

Mi acompañante hombre está bailando con otra persona, pero eso no me molesta para nada. Tomo otro sorbo de mi bebida y observo a mi acompañante. Él está demasiado concentrado en la persona con la que está bailando.

El chico recién llegado y la chica a mi lado están hablando, pero no tengo idea cuál es su tema de conversación.

La puerta del salón se abre, y espero unos segundos para volver mi visión a las personas recién llegadas.

Cuando veo quiénes son, disimulo y sigo tomando mi bebida.

Las luces están bajas, pero el salón no está oscuro. La música está baja, pero se escucha lo suficiente. Muchas parejas están en la pista de baile. Los recién llegados se sientan en la mesa que está al lado.

La mayoría son hombres, pocas son las mujeres que le hacen compañía. Hago como si mi atención está plenamente en la pista de baile.

Muevo mi cabello sobre mi hombro.

Necesito que me saquen a bailar.

Pronto.

—Stephanie.

La conversación a mi lado se detiene de repente.

—Discúlpame.

—No te preocupes, nos vemos luego.

Stephanie voltea a verme.

—¿Qué pasa?

—Vamos a bailar.

Ella me ve confundida, pero echa una mirada rápido al salón. Sus ojos parecen no moverse de lo rápido que escanea el panorama.

—Vamos.

Toma con delicadeza mi mano y nos levantamos de nuestros asientos.

No nos alejamos mucho de nuestra mesa y comenzamos a bailar con nuestras manos tomadas y sonriendo.

No podemos hablar ni hacer señas con la mirada. Hay muchas personas en ese salón que son expertas en lenguajes corporales, y aunque pensemos que no nos están viendo, tal vez, sólo tal vez, pueda ser que haya más ojos sobre nosotras de lo que pensamos.

Pasan unos minutos y varias canciones. Pero no podemos devolvernos a la mesa, debemos lograr que alguno de ellos nos saquen a bailar.

Mi vista va hacia mi acompañante hombre. Le está hablando en el oído a la chica con la que está bailando.

Una mano se posa en el hombro de Stephanie y mi vista va hacia el hombre que le está pidiendo atención.

Bien.

Me separo de ella y vuelvo a mi mesa.

Espero unos segundos

Un tipo se sienta a un lado de mí.

The Perfect Combination. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora