Capítulo 29.

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CITA




—Ah...

Mi quejido no puede ser retenido. Mi cabeza está enterrada en las almohadas por una mano ejerciendo fuerza en mi nuca.

Mis piernas tiemblan muchísimo, a punto de colapsar. Mis ojos están fuertemente cerrados y mi boca abierta intentando controlar la respiración para soportar el acto.

Demasiado brusco. No hay abismo de compasión en sus caricias ni mucho menos delicadeza. Es impaciencia pura en cada uno de sus toques.

Toma mi cintura con fuerza. Agarro una de sus manos para intentar apartarla, pero sólo logro que afloje un poco el agarre.

Las penetraciones muestran la necesidad de sacar todos los sentimientos y emociones. No hay nada de placer en el acto.

Por supuesto, no todas las veces son así. Tengo que ser honesta que las veces que han sido para saciar el instinto sexual, para obtener y dar placer, han sido muy placenteras y extasiantes.

Pero cuando él está así, es muy agotador.

Cuando está de esa forma, no está permitido dejarlo a medias; está prohibido eso. Si llega a ocurrir, el acto se prolongará aún más y sería muy doloroso para mí.

Toma mi cabeza para voltearla un poco y besarme. Su lengua se adentra de una vez y siento sus ojos mirándome con demasiada atención. Las embestidas son muy húmedas, haciendo que se escuchen como sandalias saltando en un charco de agua.

—Despacio... despacio...

Le pido cuando separa un poquito sus labios de los míos. Su cabeza se apoya a un lado, cerquita de mi rostro. Suelto un suspiro entrecortado mientras continúa penetrándome.

Estoy completamente aplastada por todo su cuerpo. Él huele a sudor, a menta, y alguna sustancia que no tengo idea de qué carajo es.

Tiene demasiada energía, y está muy emocionado. Por lo que es probable que esté drogado.

Pasaron algunas horas desde que nos mandaron a subir a mi amiga y a mí. Conversamos lo necesario y esperamos con un tanto de ansiedad qué pasaría después de que los chicos terminaran lo que sea que estaba haciendo abajo.

Cuando Olexei entró como un loco a la habitación, sabíamos que era hora de accionar.

Zoa salió por su propia cuenta, y desde hace no sé cuánto tiempo he estado en esta situación.

—Enamórate de mí.

Mierda, ¿qué está diciendo este bastardo?

Abro los ojos un poco desubicada. No estoy segura de haber escuchado correctamente.

—¿Qué...? —La expresión se me contorsiona un poco por la vara penetrando ahora con suavidad mi interior— ¿Qué dijiste... qué...?

Me da un pequeño beso en los labios.

—Enamórate de mí.

Me detengo por completo. Y todo tipo de sensación abandona mi cuerpo.

Mi expresión es helada. Nos quedamos viendo por mucho tiempo. El acto se detuvo.

No sé qué decir, por lo que alejo la mirada de él; despistada y anonadada por lo que acababa de escuchar.

¿Que me enamore de él? ¿Por qué él quiere que yo me enamore de él? ¿Qué tenía lo que consumió? ¿Le comió el cerebro? ¿Qué le pasa?

The Perfect Combination. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora