—Vete a la mierda.
—Te hundiré conmigo en ella.
A pesar de que no tengo el control de mi cuerpo que me gustaría, puedo inclinarme para que el vómito caiga nada más en el piso y no salpique por todos lados.
—Mierda.
El susurro Ivanov se escucha desesperado y angustiado.
No puedo dejar de vomitar, las contracciones en mi estómago me duelen en cada volcada de saliva, comida y otros líquidos de los que no estoy muy segura cuáles son.
Durante todo el camino mantuve mi cuerpo inclinado hacia adelante. No sé en qué momento llegamos a la casa. Mocos y lágrimas por el esfuerzo están en mi rostro.
Estoy en un estado tan deplorable.
La puerta de mi asiento se abre, pero no me enderezo.
Los latidos de mi corazón son demasiado rápidos y todo mi cuerpo tiembla. Necesito calmarme para poder siquiera dar un paso adelante. Necesito hacer una pausa, respirar y después seguir adelante.
Ivanov no se despega de dónde está. Lo sé porque su presencia aún está cerca de mí.
El rostro de mamá llega a mi mente y en ese momento sé que estaré en la misma posición durante mucho tiempo.
No me siento capaz de salir del auto. No tengo la valentía para seguir adelante.
—Por favor, déjame sola —Le susurro a Ivanov.
Me acomodo para dejarle saber que estaría allí, llena de vómito, lágrimas y mocos hasta que tuviera la capacidad para decir "estoy lista".
Un recuerdo llega, sin sorprenderme en lo absoluto:
Un grito desesperado salió de mis cuerdas vocales cuando una chica más grande y pesada se montó sobre mí y comenzó a golpearme. Intenté con todas mis fuerzas defenderme. Sin embargo la diferencia de experiencia, y por supuesto, de contextura; se notaba demasiado.
—Suficiente.
La chica enseguida se levantó y me dejó respirando agitadamente, mirando hacia el techo.
Todo estaba silencioso. Mi hermana después de golpearme me miraba desde arriba con el ceño fruncido.
—Levántate.
Adolorida y con la ansiedad de saber qué era lo que iba a pasar a continuación, me levanté. Apenas estuve derecha, volví a caer al piso. Una cachetada dada con demasiada fuerza, me volteó la cara e hizo que perdiera el equilibrio.
Abrí la boca cuando la sangre se acumuló, dejándola caer en el piso.
Observé mis manos llenas de moretones, rasguños y sangre.
—¿He estado perdiendo el tiempo contigo? No has avanzado una mierda.
Lágrimas llenas de rabia cayeron silenciosamente por mi rostro. No era por el dolor, sino por la impotencia.
Alcé mi cabeza y eché mis cabellos hacia atrás, alejándolos de mi rostro. Miré hacia la persona que estaba enfrente de mí.
—¿Y mamá? —Solté la pregunta sin importarme las consecuencias que conllevaría.
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The Perfect Combination. (EDITANDO)
ActionEn alguna parte de Rusia habitan un grupo de chicos un tanto peculiares: adictos a las fiestas, drogas y sexo; viven cada día al máximo a la vez que muestran una vida universitaria bastante normal. Para Anabelle, su urbanización de residencia no es...