Capítulo 14.

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PRIMER SECRETO REVELADO:

DINERO Y PODER.




El grito de Zoa no causa nada en mí, mis neuronas no funcionan a causa de ese señor sangrando tirado en el piso. Olexei tiene los ojos recorriendo toda la estructura del abuelito y me percato que Zoa habló con tanta energía para que el hombre no cierre los ojos. Ella junto con Ivanov presiona la barriga del señor, ya que, una herida permanece allí.

¿En qué momento ocurrió eso? ¿Por qué hay un rifle semiautomático en conjunto con un arma cerca del círculo formado alrededor del abuelo? ¿Accionaron esas armas? ¿En qué momento acabaron con el otro contrincante?

Nos meterían presos por lo que hicimos.

— ¡Anabelle! —Grita Zoa al verme en el mismo sitio.

Ivanov sube la vista, la baja de nuevo y la vuelve a subir cuando me ve ahí parada como estatua.

¿Cómo permitimos que un inocente saliera perjudicado? ¿Por qué nos atacaron? ¿Quiénes fueron los que acometieron contra nosotros?

Ivanov se acerca y toma ambos laterales de mi rostro con sus manos, embarrando mi piel de sangre.

—Personas como esas no tienen culpa, Anabelle —Susurra pegando su frente con la mía—. No merecen morir, ¿verdad?

Parpadeo un par de veces para terminar asintiendo rápido. Me da un pequeño beso en los labios y vuelve al señor moribundo en el piso.

Me muevo con rapidez a la sección sanitaria y quirúrgica de la farmacia y tomo: gasas, algodón, agua oxigenada, povidona, agujas e hilos quirúrgicos, y me regreso a la escena.

El señor tiene un semblante demasiado pálido, pero su mirada pestañea, luchando para no morir.

Dejo caer todos materiales sanitarios en el piso a la vez que me arrodillo con manos temblorosas. Con un gesto adornándome toda la cara, subo la mirada hacia Zoa

— ¿Sabes...cómo —Se detiene para carraspear. La voz le sale desconfiada y nerviosa. Tiene que pasarse la lengua por sus labios para poder hablar de nuevo—. ¿Sabes cerrar heridas? —Hace la pregunta directo a mí.

—Sé cómo cerrar heridas —Hablan los chicos al mismo tiempo.

—Puedo hacerlo —Le respondo a Zoa—. Me enseñaron hacerlo.

—A nosotros también, no tienes por qué hacerlo —Murmura Ivanov.

Miro sus manos llenas de sangre haciendo presión en esa herida donde no para de salir líquido espeso oscuro.

Agarro el agua oxigenada y vierto líquido sin control donde ellos están haciendo presión. Con eso les digo que está bien, que confío en mi pulso para proceder a tratar la herida.

No tengo ni idea de donde se alojó la bala, pero por lo menos podría cerrarla para que la sangre no siga fluyendo.

Tomo la povidona para aplicar en mis manos agitadas y también en la herida del señor. Con un algodón, limpio el área de la herida para tener una mejor visualización y enseguida observo el agujero por donde la bala entró.

Frunzo el ceño apesadumbrada al no saber si estoy haciendo bien en saturar la herida sin sacar la bala. Debería por lo menos intentar conseguir el proyectil, ya que, mientras más tiempo esté el objeto desconocido en su cuerpo, más peligroso sería.

Me levanto rápido y camino otra vez a la sección sanitaria y quirúrgica. Con celeridad escaneo la zona, pasando mis dedos por algunos envoltorio y tomando algunas cajas para mirar lo que contienen.

The Perfect Combination. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora