Aquellos que trajeron la muerte y el presente sangriento,
aquellos que mataron la esperanza de las vidas corrientes,
yo los maldigo,
y cuando se hace el silencio después de una lluvia de asesinas bombas,
miro través de mi ventana y veo,
corazones que yacen sin vida,
que mueren llorando.
Si el grito rompe el cristal,
quiebra el alma y silencia la risa,
es un grito sin nombre,
sin piedad,
es el grito de la guerra,
es la llamada a la muerte.
Cuando el miedo llama a tu puerta y te confiesa que el mato a una paz ya olvidada,
cuando la incertidumbre,
el caos,
el fuego y las manos armadas deciden acampar a las puertas de tu ya extinguido mundo...prepara el luto.
Las balas se enamoran de los asesinos,
asesinos que las disparan al corazón,
corazones que sangran las lágrimas de los huérfanos.
¡Guerra!
maldita en la boca de quien la provoca,
ahora las almas arrancadas a los cuerpos,
huyen del paraíso arrasado,
piden clemencia a los ojos ciegos a los oídos sordos,
susurran ayuda para no molestar en las puertas del cielo.
Ahora que los parques son cementerios de columpios,
ataúdes llenos de juegos,
el final triste de los cuentos reales se hacen novela de terror.
Pido a los hombres de corbatas de seda,
seda de los impasibles,
de los carentes de humanidad,
a ellos les digo parar vuestra guerra,
escuchar y comprender para que la paz vuelva a llamar a mi puerta.
AL PUEBLO SIRIO