Comencé un camino hacia un destino no escrito, voy improvisando, sin alma todavía, caminé hacia una luz muy lejana, esquiva es mi verdad y pesadas las piedras que mi conciencia me cargo a la espalda.
Caminando se hace tragedia de lo mas banal, se hace comedia de mi vida ya gastada y se piensa en la ficción para la que esta por estrenar, la vida que me queda.
Caminante sin vocación, de pies descalzos, de frías manos y de corazón deseoso de amar, las montañas me custodian el camino, pero el río me susurra que me rinda y hunda mis galeones cargados de esperanzas.
Solitarios los caminos, ya no quedan peregrinos, a caso ya no hay metas que alcanzar, ya no hay besos que reclamar, acaso ya no hay bienvenidas para aquellos que se fueron por el camino del olvido.
La noche me alcanzó, y las estrellas alumbraron un sendero tortuoso, en cada paso que doy dejo caer un fracaso, una cicatriz de mi corazón, una plegaria sin terminar, en cada paso dejo un amor atrás, un poema muerto.
Casi en el final de mi camino, éste caminante en precaria madurez, éste caminante descubre que el camino no tiene fin, descubre que los cansados, los desanimados, los del corazón roto, se apean del camino y asumen su destino.
