A vosotros, altivos figurantes cargados de fajos en papel, pintados de arrogancia.
Ustedes, sombras de almas vacías, prepotentes del púlpito falso.
A vosotros conquistadores armados, que desarmados matáis al pueblo indefenso.
Ladrones del futuro, embaucadores del cariño falso, trileros de las verdaderas mentiras.
Estafadores de letra pequeña escrita en jeroglíficos egipcios, zalameros de las bocas de plata.
A vosotros, yo os maldigo.
Desde mi callejón, arranco un grito de mi garganta.
Grito lanzado hacia vuestras torres de mármol y cristal.
Grito estrellado contra el muro de la indiferencia.
A vosotros que no queréis ver, solo mirar desde la distancia.
Observar a la madre desesperada, del hijo mal alimentado, del padre derrotado.
Tú, que desde la montaña dorada cuentas monedas.
Restas tus miserias, multiplicando tus riquezas, con las manos en los bolsillos del pobre destino.
A vosotros, yo os digo...
Desnudos llegáis al mundo y desnudos os iréis.
Tan solo llevaréis, las riquezas de los gestos guardados en tu vida,
los abrazos gratuitos, las caricias despilfarradas en las noches de cuerpos desnudos.
Los corazones desparasitados del oro y la plata.
Los besos regalados a cambio de un alma sincera.
Buena suerte tengáis, cuando queráis limpiar vuestra fe.
Blanquear vuestra conciencia ennegrecida en cajas fuertes.
Pues viven en palacios altivos de montañas orgullosas.
Buena suerte en tu fe, pues tan solo dos mandamientos te darán la extremaunción.
Riqueza y poder.
