Capítulo 4

125 14 0
                                    

Desperté a las 11:30 de la mañana y estaba hecha un desastre, me tomé un licuado de fresa y me di un largo baño.

Thaimar solía ir los sábados a mi casa a ver películas, platicar y comer algo, a pesar de que nos veíamos a diario en el bus la plática no se nos terminaba jamás, siempre había algo nuevo para contar o para hacer, además de que vivía en la misma colonia y eso lo hacía a un mejor. Ella es un par de años mayor que yo, está en preparatoria. Nos conocemos prácticamente desde siempre.

Nos contábamos nuestros locos sueños, era algo que teníamos en común, ambas éramos muy soñadoras.

Vimos una película y después recordé mi sueño, juraba que no había soñado nada, pero lo recordé.

-Mi sueño- grité - te lo contaré todo.

-Okay comienza, pero antes iré por unas palomitas uno nunca sabe que tan loco se puede poner esto.

Regresó a la habitación y comencé a contarle el sueño:

Iba tarde a clase del profesor David había olvidado mi balón y no me dejaría hacer la práctica, mis notas eran buenas y no iba a dejar que fueran afectadas por un simple balón. Corría por el pasillo, cuando choqué con un chico, no sabía quién era, no podía distinguir su rostro. Era alto, con cuerpo atlético y tenía puesto un reloj tan grande que parecía que se había robado el de la torre de la catedral.

-Necesito que alguien me escuche- me dijo él.

-Me encantaría pero ya voy tarde.

-Ya habrá una excusa- dijo con voz suplicante.

Algo en mí, me decía que tenía que escucharlo y ayudarlo a pesar de que no sabía quién era.

-Está bien, te escucho- dije.

-Mis padres- su voz se escuchaba entre cortada, suspiró, mientras agachaba la cabeza.

-¿Qué pasa con ellos?

-Han tenido muchos problemas que se han ido agravando y...-tragó saliva.

-Estás diciendo qué...- dije interrumpiendo.

-Se van a separar.

No supe que responder a eso, solo lo abracé.

-Eres una gran amiga, me siento tan cómodo hablando contigo- dijo mientras me daba un beso en la frente.

Yo también me sentía cómoda y tranquila hablando con él.



-Tenemos que averiguar quién es "él"-dijo Thaimar con una sonrisa- traeré mi ropa de detective- añadió muy seriamente.

Solté una carcajada.

-Vamos a mi casa allá está más tranquilo.

En unos minutos salió del baño vestida como una detective, al parecer no lo decía de broma, era enserio, inclusive tenía una lupa.

Sacó una libreta y empezó a anotar posibles candidatos para "él"

-Leo- gritó.

-No, él no me da buena espina, además es muy engreído.

-Mmm okay... ¿Alex?

-No creo, casi no hablamos y es algo mayor.

-¿Santiago?

-Es mi ex ¿por qué soñaría agradable con él?

-Puede que sigas sintiendo algo.

-No podría funcionar de nuevo.

-¡Ya sé! ¡Ya sé! Carlos- dijo con gran entusiasmo.

Tardé un poco en contestar.

-Ay ya, solo fue un sueño no hay que exagerar.

Más tarde fuimos a comer un helado y a pasear por un parque que se encontraba cerca de mi casa, el día estaba soleado y ambas traíamos ropa muy ligera. Los niños corrían de aquí para allá, algunos lloraban y otros reían, mientras nosotras estábamos sentadas en nuestra banca favorita, en la de siempre, estaba justo enfrente de una pequeña fuente y la cubría un hermoso pino.

-Que bonito tu collar quien tiene la otra mitad ¿Karol?

-La tiene Carlos- me sonrojé.

-Ves te gusta, te pusiste roja ¿quién más sabe? ¿por qué no me habías dicho? nos contamos todo, bueno, yo te cuento todo- cruzó los brazos y puso cara de puchero.

-No me gusta- arqueó la cejas- solo poquito, somos amigos.

-De esos que se la pasan todo el día juntos y se dan regalillos cursis ¿qué le diste tú?

-Nada, me tomó por sorpresa ayer en el baile.

-Escuché que se estaba besando con Sam.

-Ella lo besó, estaba muy borracha, eso me dijo él.

-Y el muy dejado, ¿por qué terminaron?

-No sé hubo problemas, se rumora que lo engañó con otro.




El lunes Leo me pidió información sobre los entrenamientos y le dije que fuera con David, claro que sabía perfectamente cuando eran los entrenamientos pero no pensaba decírselo quería que se esforzara más.

Las siguientes semanas seguí almorzando con Karol como lo habíamos hecho siempre, volví a retomar mis clases de ballet, de los martes y jueves, junto con mi hermana menor Hanna. Le llevo 3 años, lo cual no es mucho. Somos muy diferentes tanto en físico como en personalidad, ella tiene el cabello muy rizado y los ojos más pequeños que los míos, se la pasa riendo y haciéndole bromas a todo el mundo. Algunas veces es un poco fastidiosa pero nos llevamos bien, me cuenta absolutamente todo lo que le pasa y yo por el contrario le digo unas cuantas cosas sin importancia.



Estábamos en clase de miss Sofía y estaba explicando un tema aburridísimo mientras Carlos me estaba contando de lo fastidioso que era Leo en los entrenamientos.

-Lya y Carlos es la última vez que se los digo para la otra los saco del salón- nos gritó la profesora.

No me interesaba el tema ya lo sabía perfectamente es lo que siempre nos repetían, que si la aguda, la grave, o la esdrújula, estaba harta, y como a él tampoco le importaba mucho la clase, seguimos platicando.

Hizo un chiste y no puede evitar soltar una carcajada, trate de ser lo más discreta posible pero no pude, todos estaban en silencio y fue lo único que se escuchó.

-¡Ahora sí! para fuera los dos- gritó la profesora.

Nos salimos aún riendo. Era la primera vez que me sacaban de clases, temía que me dieran un reporte ¿cómo le diría a mis padres que me sacaron?

Me llevó a un pequeño callejón que se forma en el patio entre dos salones que casi nunca se utilizaban, ahí es donde todos se van para que no les pongan un reporte al sacarlos de alguna clase o simplemente para salársela. Yo nunca antes había estado ahí, estaba completamente empolvado y terminaba muy estrecho algo así como el callejón del beso en Guanajuato, pero en Guadalajara. El piso estaba cubierto por cigarros y algunas otras cosas que no supe que eran. Carlos sacudió un pequeño banco que estaba ahí y dio unas palmaditas sobre él para que me sentara.

-Deberías ir mañana al entrenamiento, así será menos pesado soportar al León, que siempre saca su lado feroz, además lograría encestar más si tengo un público tan agradable como tú.

-Sí claro ¿a qué hora juegan? Por cierto, Kim, tu prima me invitó a dormir así que ahí estaré.

Sueño contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora