Capítulo 38

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Faltan pocas horas para despedirme de todos, ya estan todas mis cosas listas pero siento que algo me falta.

Una gran parte de mi se queda aquí; mis amigos y familiares, unos cuantos años con unos profesores, este cambio será dificil.

Mi sonrisa se esfumó, ahora todos disfrutan de la tarde menos yo, me pone muy triste pensar en lo que sucederá.

-Lya puedo hablar contigo- el profesor Ángel me tomó de los hombros.

A él lo conozco de toda la secundaria, imparte unas cuantas materias en mi grupo, durante este año lo conocí mas y me he dado cuenta de que es un gran amigo a demás de un excelente maestro.

-Claro- contesté sin mucho ánimo.

Entramos a la sala, estaba sola, todos estaban comiendo en el patio.

-Eres una joven con mucho potencial y serás grande, no tengas miedo- hizo una pausa, a veces parecía que podía leer las mentes, siempre tenía las palabras correctas para decirlas- te contaré mi historia, te podría ayudar- dijo.

Asentí con la cabeza.

Sus cabellos claros se iluminaban con un rayo de sol que entraba de la ventana. Sus ojos verdes, de un tono más intenso que que los de Carlos miraban fijamente hacia arriba para encontrarse con los míos ya que es de estatura bajo y yo le gano por algunos centímetros.

Me gustaría que en un fututo Carlos tuviera la barba como el profe, pareja y bien definida.

-Cuando estaba pequeño- comenzó mi sueño era ser astronauta, cuando salí de la preparatoria abrieron las inscripciones a la escuela de astronautas, nos prepararon y entrenamos duro, tenía buenas notas y lo necesario para ir a la luna, faltaba poco para salir a poner en práctica todo, pero había halgo que me detenía a hacerlo; tenía que separarme 8 años de mi familia.

-Pero hay comunicación en la luna.

-Dejame terminar- contestó.

-No me arrepiento de haberme quedado, ahora tengo una familia y un gran trabajo, pero sigo con la intriga de como es y que habría pasado si lo hubiera hecho y a lo que voy, arriesga y podrías ganar y ser victoriosa, si las cosas no salen como las planeabas puedes cambiarlo- me miró a los ojos- los cambios no son malos, te hacen crecer y ser mejor, confío en que pondrás mucho esfuerzo y algún día iré a España a verte bailar.

-Siempre tiene la palabras adecuadas para el momento- dije muy agradecida.

Sin duda eso me relajó y me dio confianza en la decisión que estaba tomando.

Cuando salimos de nuevo al patio, este ya se encontraba mas lleno, no es como que haya invitado a todo el mundo, pero todas las personas que son importantes para mi se encontraban ahí.

Karol me dio un cuaderno.

-Ábrelo- me dijo. Y eso hice.

Dentro estaban escritos un montón de buenos deseos de todos. Fue un hermoso detalle de su parte, que por supuesto me llevé a Londres.

Caminé un poco para saludar a todos los invitados y después fui a reunirme con mis amigos y mi novio.

Carlos me pidió que nos fuéramos un momento para hablar a solas.

-Quiero que hagamos un cambio- dijo.

-¿Un cambio de qué?- contesté confundida.

Se quitó su collar y me lo dio a mí y yo hice lo mismo.

Una lágrima comenzó a brotar en mi ojo y todos los momentos que pasamos juntos se me vinieron a la mente como una ráfaga de viento cálida.

Me besó despacio los labios y me tomó las mejillas, sus ojos también escurrían de lágrimas, nuestros corazones se aceleraba a la par como si quisieran salirse de nuestro pecho y unirse para siempre.

-Jamás olvides que te amo- me besó la frente.

-Tú tampoco lo olvides- nos abrazamos fuertemente por unos minutos mintras sus manos acariciaban mi cabello suelto y despeinado.

Thaimar llegó tarde, pero justo a tiempo para ponerse a bailar con nosotros.

Quería llorar pero esta vez no era de tristeza, sino de felicidad, me sentía amada. Toda la gente que estaba ahí reunida por mi.

Nunca me sentí tan especial.

Llegó la noche y tomé mis maletas, mi familia y Carlos me acompañaron al aeropuerto.
Estuvimos dos horas platicando mientras esperábamos mi vuelo.

-Pasajeros con destino a Londres favor de abordar el avión por la puerta 8- se escuchó.

Miré a mi familia y por mas que intenté aguantar las lágrimas no pude. Los abracé y por último me despedí de Carlos.

-Aquí comienza una nueva aventura, solecito- sus ojos se cristalizaron pero su sonrisa no desapareció de su rostro.

Yo no podía fingir una sonrisa, no entiendo como él lo hizo.

De un momento a otro, de sentirme la persona más amada del mundo me sentí las más sola.

Sueño contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora