The proposal

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Si no fuera porque Edward James es un lobo, probablemente llegaría a casa cansado físicamente. Pero como lo es, simplemente resiste todo, aunque esté mentalmente muy cansado, porque tener dos hijos que te despiertan a todas horas, trabajar medio tiempo para mantener a su familia y estudiar era bastante cansado.

Mucho más cuando tenía que dividir el tiempo para hacer perfectamente sus tareas, y si no fuera por su novio, que cuida a los gemelos en su ausencia, Ed se habría vuelto loco.

Porque a pesar de las dudas y el miedo de Parker al principio, el chico lo hacía de maravilla, como si hubiera nacido para ser padre. Los bebés no lloraban nunca con él, dormían tanto que a veces tenía que despertarlos y reían con él. Parker como padre era perfecto. Aunque también había días malos.

Como el de hoy, en el que los gemelos no paraban de llorar por más que intentara darles peluches, leche, caricias. Nada. No funcionaba nada.

—¡Eddie! —jadeó cuando el castaño descolgó al tercer tono.

—¿Qué pasa? —dijo en un susurro, anotando lo que había puesto el profesor en la pizarra.

—Los niños no dejan de llorar. Ya lo intenté de todo. Creo que quieren verte —Ed cerró los ojos, porque le dolía no poder estar con ellos.

—Par...

—Intentaré calmarlos lo más que pueda. Sé que te queda poco, iremos a verte —Parker colgó y vistió a los niños con sus pequeños jeans, camisas de cuadros, botitas y beanies.

John se aferraba con su manita a Jezziel mientras lloraba. Jezz sólo soltaba pequeños sollozos. Parker los puso a ambos en una carriola diferente, lo que los hizo llorar con más fuerza.

—Mierda. Johnnie, no llores, bebé. Tu hermanito está aquí. Mira, aquí está Jezz —tuvo que acomodarlos en una sola carriola para que dejaran de llorar un poco. Se fue andando hasta la camioneta y subió a los niños.

Cuando llegó a la universidad de Ed, sólo faltaban veinte minutos para que su novio saliera. Entretuvo a Jezz con su dinosaurio de color verde y a John con su lobito gris, regalo de su abuelo Derek.

Cuando su oído captó que Ed se acercaba a ellos, cargó a los niños. Se dio cuenta de que todo el mundo los observaba, así que presumió con orgullo a sus hijos, poniendo esa mirada de altivez que le copió al tío Jackson.

—Hola —pronunció en sus labios Eddie. Se rió con suavidad al sentir la manita de Johnnie queriendo tocar a su papá —. Hola, Jonathan. Hola, Jezziel.

Jezziel estaba más ocupado mordiendo la chaqueta de Parker, así que ignoró a Ed.

—Te dije que querían verte.

—Vale, lo entiendo. Ven aquí, Jezz, tú no me has saludado —el bebé emitió un sonidito feliz cuando su papá comenzó a hacerle cosquillas y a hacerle avioncito.

La gente los observaba con curiosidad, porque eran una pareja atractiva con niños extremadamente adorables, que parecían haberse mandado a hacer a una fábrica de lo perfectos que eran.

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La carga de Eddie se aligeró bastante cuando Park comenzó a aportar dinero, ya que su padre le pidió que trabajara como su asistente. Pero Derek, porque Stiles tenía a Ed como el suyo.

Y Derek estaba más que contento con su decisión, porque le encantaba estar con sus nietos.

Jezziel era raro, era caprichoso, pero a la vez tierno. John era un bebé adorable que amaba morder la patita del lobo que le había regalado mientras tocaba con curiosidad su barba.

Teen Wolves [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora