Sebastian

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Jezz sintió el sudor bajar por su nuca. Ese chico no dejaba de mirarle y le estaba poniendo de los nervios. Continúo haciendo sus deberes como si nada, como si el moreno no le taladrara la cabeza con sus ojos marrones.

Se quedó de piedra al escuchar la conversación que mantuvo un extraño con su acosador.

—Es mi novio... ¿Acaso lo estabas mirando? —el extraño no era precisamente silencioso. Su acosador sólo sacudió la cabeza con miedo.

Jezz arqueó una ceja al ver al extraño sentarse frente a él.

—Sólo sígueme la corriente —Jezz asintió con la boca abierta. El chico tomó su mano y luego le dio un beso en la mejilla. Su acosador salió de la cafetería de inmediato —. Joder, qué tipo tan pesado. ¿Estás bien?

Jezz asintió, aún con la boca abierta.

—¿Quién eres? Y cómo supiste que...

—El tipo no era precisamente discreto y tú no te veías muy cómodo que digamos. Y porque lo vi sacarte una fotografía.

—Oh, Dios, qué enfermo.

—Espero que ya no se acerque —el chico extraño hizo una mueca —. Soy Sebastian Rudolf, por cierto.

—Jezziel Hale-Stilinski, gracias por tu ayuda.

—De nada, Jezziel Hale-Stilinski —a Jezziel le intrigó la misteriosa sonrisa de Sebastian Rudolf.

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Sebastian se hizo su mejor amigo en cuestión de días. Se llevaban muy bien, y Jezz reía todo el tiempo que pasaba con él. Sebastian le hacía olvidar todo, le ayudaba a centrarse en el ahora, a divertirse, a disfrutar lo bonita que era la vida.

Jezz presentó a Sebastian ante su familia, y pudo sentir los celos de Ian.

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—Es mi mejor amigo, no me gusta, lo prometo.

Fue lo que le dijo a Ian cuando Seb se fue a casa. El mayor asintió con los labios apretados.

—De acuerdo, sólo... Ten cuidado, ¿vale? —Jezz asintió —. Parece una buena persona... Me alegra que te estés divirtiendo.

—Gracias —pronunció Jezziel con una sonrisa algo nostálgica.

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Sebastian intentó besarlo.

Sucedió en el jardín de la casa de sus abuelos, disfrutando de una deliciosa barbacoa, mientras toda su familia reía de algo que seguramente habría hecho el trío de oro, es decir, Connor, Alexander y Scarlet.

Jezz jugaba con el spinner de Cameron, esperando a que dieran las cinco de la tarde para que Ian saliera del trabajo y llegara a comer con ellos.

Entonces, Sebastian lo llevó al jardín, cubriendo sus ojos con sus manos, alegando que le tenía una sorpresa.

—No abras los ojos —le había susurrado Sebastian. Jezz, como buen amigo, esperó pacientemente por la señal, la cual nunca llegó, y lo que llegó fueron unos labios un tanto agrietados por el frío.

Jezz abrió los ojos, encontrándose en esa incómoda situación. Le permitió a Sebastian besarlo, porque la curiosidad era realmente grande. Cuando el besó terminó, Jezz estuvo realmente seguro de que no era lo que quería.

Teen Wolves [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora