Green I

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Le gustaba describirlos como un verde sobrenatural. Los suyos eran de un verde más pálido, más simple. Los de Jasper eran simplemente los ojos verdes más increíbles que había visto. Y eso que la familia Hale entera poseía ese mismo color de ojos, pero con tonalidades diferentes, claro está.

Los de Derek Hale tenían esa tendencia a parecer gris según el sitio en que la luz los tocaba. Los de los demás niños Hale eran de un verde que a veces parecían azul o gris. Los de Jasper eran del tono verde más puro que había visto. Le recordaban al bosque y la tranquilidad que en él había.

En días de luna llena, cuando se sentaba en el sofá de la casa de los Hale, se percataba que Jasper tendía a tener los ojos de un color más oscuro. No tan brillante como solía tenerlos. Jezziel le explicó que era la luna y su futuro cargo como alfa.

—Se toma todo muy en serio. El peso de toda esa responsabilidad cae sobre él. Pero él está de acuerdo. Él nació para ser alfa.

Y Stefan se podía dar cuenta de ello. Él simplemente observaba todo alrededor de Jasper. El híbrido era la cosa más fascinante que había visto en su vida.

Su magia era muy poderosa, y atraía a Stefan de una forma que le asustaba. El chico parecía no notar las miradas que atraía cada vez que aquella luz azul brotaba de sus manos. Pero tal vez era porque estaba acostumbrado. El adolescente simplemente pasaba por alto las miradas y practicaba en solitario.

Era tan escalofriante ver la conexión que su magia tenía con la naturaleza. Cada vez que Jasper se concentraba el viento tomaba una dirección diferente. Se estremecía al sentir el ambiente sobrenatural que Jasper emanaba; esa sensación tiraba de alguna forma de él, le llamaba. Y le confundía.

—No eres nada sutil, Stefan —el vampiro se encogió de hombros ante la afirmación del rubio.

—No intento serlo.

—Si esperas a que Jasper se de cuenta, esperarás por una eternidad. Ese niño no es muy bueno con estas cosas ni por que se las expliques con peras y manzanas.

Stefan soltó una risa al ver a John impactar contra un campo de fuerza de luz azul que Jasper había hecho con sus manos.

—No creo que sea lo ideal. Después de todo él sigue siendo menor de edad.

—Lo sé, pero mi tío Will es más comprensivo que mi papá. Y él sabe que te mueres por los huesitos de su hijo —Jezziel le dio un golpecito y movió la cabeza en dirección a Will, que había escuchado toda la conversación—. Y creo que quiere hablar contigo.

Stefan se puso de pie y caminó hacia el alfa de la manada.

—Stefan.

—William —el recién nombrado le indicó que lo siguiera y se sentó sobre un tronco.

—Yo no te voy a decir que no puedes estar con mi hijo. Eres incluso más grande que mi propio padre y eres bastante inteligente.

Stefan asintió.

—Pero Jasper no está listo. Y aunque lo estuviera, el riesgo de ser la pareja del futuro alfa de la manada es muy grande. Y tendrías muchas responsabilidades que no estoy seguro quieras asumir —pronunció Will mirándole a los ojos. El vampiro rubio se quedó en silencio.

Stefan no estaba seguro de a qué se refería William con las responsabilidades a asumir. Y si estar con Jasper era un riesgo, él se arriegaría sin dudarlo.

—No pretendo salir con Jasper. No ahora. Él no sabe cómo me siento respecto a él. Se lo diré tan pronto cumpla dieciocho años. Voy a luchar para que me deje estar a su lado. Y si él no me lo permite, me haré a un lado. Le he tomado mucho cariño a toda tu manada, William. Y si con responsabilidades te referías a que debo cuidarlos, no será una carga. Yo lo haría con mucho gusto —Stefan terminó su discurso sentándose junto a William. El lobo miró al vampiro y asintió.

—Dale tiempo, Stefan. Jasper quiere y necesita enfocarse en su entrenamiento como alfa. Aún es un adolescente —dijo Will. Luego pareció pensar dos segundos y soltó una risa, para después mirar a Stefan—. Y mi hijo tampoco es muy sutil que digamos. No te quita los ojos de encima.

Stefan dirigió su mirada hacia el círculo de la manada y se encontró con los ojos verdes del lobo adolescente. Este, al haber sido pillado, desvió la mirada y siguió practicando.

Stefan sonrió.

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*
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—¿Parker?

El recién nombrado se giró hacia la voz que le había llamado. Ian estaba en el marco de la puerta azul, con una mano dentro del bolsillo del pantalón y la otra cerrada fuertemente en un puño, luciendo nervioso.

—Necesito hablar contigo y con Edward de algo muy importante —Park dejó de lado los papeles de su nuevo caso en la estación de policía y le indicó a Ian que se sentara.

—¿Qué sucede? —pronunció al ver el evidente nerviosismo del rubio. Este, sin despegar la mirada de la mesa, se aclaró la garganta con sonoridad.

—No sé cómo empezar... —soltó un suspiro—. Quiero mucho a Jezziel, lo quiero con todo lo que tengo que ofrecer. Y quiero pasar el resto de mi vida con él.

Los ojos de Parker brillaron con entendimiento.

—¿Me estás pidiendo permiso?

—Sí...

Parker observó a Ian. Rubio, al igual que su bebé Jezz, con los ojos azules brillantes y una mueca de nerviosismo y preocupación. Ian de más de treinta y Jezziel de apenas dieciocho; a punto de empezar la universidad.

Jezziel, que se enamoró de Ian apenas verlo. Ian, que tuvo un encuentro fugaz con él justo antes de irse a Chicago. Jezz, que sufrió tanto por Ian, que tiene cicatrices físicas y emocionales. Ian, con serios problemas de autoestima y sobreprotección.

Pero que aún así estaban juntos y se querían sin reservas después de quince años de espera.

—Tienes mi permiso —soltó Parker con un suspiro.


Teen Wolves [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora