Teen Wolves [En Edición]

Silver, garnet & quartz

Damon tomó unas piedritas del suelo y escaló el árbol de la casa para poder lanzarlas en la ventana de Casper. Podía escuchar los suaves ronquidos del brujo, y también escuchó el momento en el que su respiración cambió, pasando de estar dormido a estar despierto. El chico salió en ese momento a su balcón. Tenía el ceño fruncido y el cabello color lila revuelto, seguramente estaba molesto de haber sido despertado.

—¿Qué haces ahí viéndome dormir, Edward?

—Ja.Ja.Ja —pronunció Damon con sarcasmo—. ¿Me vas a abrir la puerta o no?

—¡Son las 12! Mañana tengo clases.

—Y mientras más te tardes en abrirme la puerta, más tarde te dormirás, así que ve a abrirme.

Damon rió entre dientes cuando escuchó al brujo quejarse pero aún así irse a la primera planta para abrirle la puerta. Entró a la casa con el mayor sigilo que pudo en un intento de no despertar a Jasper o Stefan. Él y Casper atravesaron la casa hasta llegar a la alberca, donde se sentaron a unos cuantos pasos de la misma, ambos frente a frente; Damon con una pierna pegada al pecho y la otra estirada, y Casper sentado al estilo indio.

—Feliz cumpleaños, Maximillian Stilinski —pronunció con suavidad, al mismo tiempo que sacaba del bolsillo de su chaqueta la bonita snitch dorada para dársela a Casper, quien abrió ligeramente la boca en sorpresa y en deleite puro.

—Alteza Real Casper Maximillian Hale-Stilinski Di Vaio, príncipe no heredero de la corte seelie y Gran Brujo de Beacon Hills, por favor —dijo con velocidad. Damon casi rodó los ojos al escuchar los títulos reales incompletos del chico, la forma en la que los seelies, shadowhunters o subterráneos debían dirigirse a él. Cas recogió con suavidad la snitch para inspeccionarla, luego soltó un jadeo de asombro—. ¿Es oro real?

—Por supuesto que es oro real, nunca te daría una snitch de hierro o aluminio, ¿por quién me tomas? —se sentía ligeramente ofendido, porque él nunca le regalaría baratijas a Casper, nunca.

—Damon, esto es demasiado, no puedo aceptarlo. Te lo agradezco, pero es mucho... —Casper intentó regresarle la snitch con una mirada indescifrable.

—A veces no te entiendo. Puedes ser increíblemente mimado con algunas cosas pero terriblemente humilde en otras. Nunca dejas de sorprenderme —le dijo con un suspiro. Se acercó un poquito más a él, tomó la snitch y presionó el botón escondido para retirar lo que había dentro de ella.

—Wow —no pudo evitar sonreír al ver el asombro casi infantil de Cas al ver la snitch abrirse.

—Si la snitch te pareció demasiado, no sé cómo te tomarás esto —sacó el anillo y lo puso frente a sus ojos.

—¡Damon! —soltó el chico, escondiendo la cara entre sus manos—. ¿Por qué me das todo esto? Es demasiado.

—Hey —lo obligó a mirarlo—. Yo también soy rico, ¿sabías? Nací en la nobleza italiana, estoy acostumbrado a que lo material refleje mi estatus social, y yo estoy cómodo con ello, porque así fui educado. Stefan también. ¿Por qué crees que siempre vestimos tan bien? Esto —le mostró el anillo—. Este es el verdadero regalo, no la snitch. La snitch es sólo la envoltura de tu verdadero regalo.

—Es que estoy acostumbrado a que me regalen cosas poco materiales. Así es como yo fui educado —murmuró con timidez—. Jasper me regala mi desayuno favorito en mi cumpleaños, mis primos me regalan cartas asquerosamente largas y sentimentales, mis demás tíos me regalan comida o fotos de algún viaje familiar. Y abrazos, besos, palabras bonitas.

Damon le acarició suavemente la mejilla.

—Lo sé, lo entiendo. Pero esto —le volvió a mostrar el anillo—. Así es como yo demuestro que te quiero. Este soy yo, esta es mi forma de demostrarte que te quiero, ¿está bien? Así que no rompas mi corazón al rechazarlo —lo dejó caer en la palma de la mano del chico.