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Jezziel dejó su híbrido estacionado una esquina antes. Cuando Ian le abrió la puerta, ni siquiera le preguntó si podía pasar, simplemente lo hizo, porque esta era como su segunda casa.

—-Necesitamos hablar —Ian caminó hasta la cocina para traerle un vaso de agua.

—No creo que tengamos nada de que hablar. Creo haber dejado todo muy en claro el otro día.

Jezziel apretó los labios al más puro estilo Stiles Stilinski, y cruzó los brazos a lo Derek Hale, haciendo que la playera se estire sobre sus músculos.

—Pues me tienes que escuchar ahora, porque el otro día sólo hablaste tú —Ian asintió y le cedió la palabra —. Lo que pasó no fue tu culpa. No sabías quién era él, no pudiste sospecharlo. Y está bien, a mi no me importa, porque estuviste ahí para salvarme con la manada.

—Debí investigar más... —Jezziel suspiró —. No puedo, Jezz. No eres mayor de edad, eres un adolescente y... No puedo, lo siento —Jezziel le frunció el ceño y rechinó los dientes.

—Soy lo suficientemente maduro para salir con alguien. Especialmente contigo.

—No, Jezziel. Tienes diecisiete y una vida social muy grande como para desperdiciarla conmigo.

—No lo creo, somos chicos raros.

—No, no lo son. Son once chicos tan atractivos que son populares en el instituto sin siquiera proponérselo. Y porque son Hale-Stilinski. Y Whittemore —Jezziel frunció el ceño, porque en realidad nunca había pensado en eso.

El siempre asumió que eran raros, que por eso en la escuela los demás chicos no se les acercaban. Pero nunca pensó que era por que en realidad eran atractivos.

—Tienes una vida por delante, Jezziel. Sólo tienes diecisiete, no te puedo quitar eso —Ian se alejó unos centímetros de él —. Tienes que aprender a mirar más allá de mi, pero con cuidado.

Jezziel le dio una mirada dolida, para luego mostrarle la única cicatriz que nunca se le borraría.

—Lo hice, y me quemó —Ian apretó los labios, porque lo sabía, él se había dejado las pestañas buscando a Jezziel la vez que se lo llevaron junto a Luka.

—Jezziel...

—Está bien. Lo dejaré. Pero sólo quiero que sepas que nunca habrá nadie más, siempre serás tú. Siempre —Jezziel caminó con la barbilla alzada, como le decía el tío abuelo Jackson. Cerró la puerta de la casa de Ian con fuerza, haciendo saltar al mayor.

Ian sintió que había cometido, una vez más, el error más grande de su vida al dejar ir a la persona más preciosa del mundo de la que se pudo enamorar.

Teen Wolves [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora