Capítulo 22

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Lauren dejó su teléfono sobre un mueble, casi lo había tirado allí mientras lloraba.

Si fuera por ella se quedaría ahí sola, en medio de la nada, alejada de todos donde nadie podía molestarla, nadie podía decirle qué hacer ni siquiera debía preocuparse por otra cosa que no sea ella.

Estaba tan cansada de su vida. ¿Era posible que todo le pasara a ella? ¿Era justo? Porque no creía merecer tanto. Solo tenía dieciocho años y no recordaba cuando había sido la última vez que se sintió feliz, que se sintió plena, sin preocupaciones, sin ni un poco de tristeza, sin nada en su mente que le hiciera daño. No lo recordaba y era injusto. Era injusto que no tuviera recuerdos felices siendo tan joven, siendo una chica que quería estar bien y no podía. No lograba estar en paz.

Eran las ocho y media de la noche y Alfredo ni siquiera la había llamado. Eso significaba una cosa, ¿no? Quizás Camila estaba yendo hasta ella. O no. 

Soltó un sollozo cuando escuchó el ruido del motor de un auto y se limpió las lágrimas mientras iba rápidamente hasta la puerta.

Camila se bajó del auto mientras observaba a su alrededor, estaba oscuro y se estremeció cuando un trueno sonó fuertemente.

—Solo entra, no pasa nada.—Le dijo Alfredo riéndose.

—Cuídate, Mila. Te quiero.—Camila le sonrió a su mejor amiga y soltando un suspiro se aproximó a la casa.

No entendía que hacía Lauren en un lugar como ese, en medio de la nada, justo cuando estaba a punto de comenzar una tormenta horrible.
El auto de Alfredo se alejó de a poco y cuando iba a golpear la puerta, esta se abrió.
Su corazón latía rápidamente cuando vio a Lauren con una camisa grande y el pelo un poco revuelto, las mejillas húmedas por las lágrimas y los ojos rojos por haber estado llorado. Sí, seguía llorando.

Lauren dio un paso hacia atrás para dejar que Camila entrase a la pequeña casa y apenas estuvo dentro, cerró la puerta empujándola y sin más se lanzó a los brazos de Camila. La oji verde la tomó de la cintura con fuerza, quizás con más de la que debía, pero no podía evitarlo porque la había extrañado, la había necesitado y estaba ahí, entre sus brazos, llorando. Llorando porque estaba tan agotada en todo sentido y lo único que necesitaba estaba ahí con ella.

Camila se había quitado la mochila de sus hombros para abrazarse a Lauren con la misma fuerza. Escuchaba como Lauren ahogaba su llanto contra su hombro y cómo su cuerpo temblaba levemente.

No sabía cuánto tiempo había pasado mientras estaban abrazándose, lo único que se escuchaban eran los sollozos de Lauren. Camila se limpió sus lágrimas como pudo y se alejó un poco para ver a Lauren, llevó sus manos a las mejillas de la oji verde y le quitó algunas lágrimas que aún caían, lo hizo con cuidado y luego se fijó en sus ojos que la veían fijamente. Estaban oscuros, apagados y lo único que demostraban era tristeza, dolor, lo cansada que estaba y además brillaban por las lágrimas.  

Lauren cerró los ojos unos segundos ante el contacto de la morena. En ningún momento la había soltado y la mantenía cerca de su cuerpo mientras la observaba.
Estaba preciosa como siempre, pensó Lauren. Tenía el pelo recogido en una coleta, una remera de mangas cortas y jeans. Lauren la volvió a juntar contra su cuerpo y se mordió el labio cerrando los ojos otra vez mientras Camila le acariciaba las mejillas.

—Hola, Lauren.

—Hola, Camila.

Ambas se vieron a los ojos e inconscientemente soltaron una risita. Camila quería besarla, quería abrazarla fuerte otra vez y llenarla de besos, quería volver a sentirla, quería volver a experimentar esa sensación de tranquilidad que recorría su cuerpo cuando estaba con Lauren. Pero simplemente presionó sus labios en la mejilla de Lauren y se quedó así por algunos segundos en los que la oji verde no hizo más que disfrutar mientras la abrazaba.

Plenitud {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora